¿Los demás se aprovechan de tu generosidad?

Hola! Seiiti Arata. La generosidad mal utilizada puede hacer que sintamos rabia o resentimiento debido a que los demás se aprovechan de nosotros. ¿Sabes dosificar adecuadamente tu generosidad? ¿Qué debes hacer cuando alguien trata de aprovecharse de tu buena voluntad?

Normalmente, ser generoso y estar dispuesto a ayudar es algo muy bueno. Las personas generosas a menudo consiguen establecer buenas relaciones y alcanzar la felicidad y la prosperidad.

La generosidad también es útil en los negocios. Las empresas que tienen una cultura de contribución tienen equipos más unidos y que trabajan mejor. La generosidad trae mejores resultados corporativos.

Pero, ¿ser demasiado generoso puede acabar perjudicándote? ¿Acaso no nos ha pasado que dedicamos tanto a los demás que acabamos olvidándonos de nosotros mismos? ¿Podría pasar que al tratar de ayudar a ciertas personas, acabamos obstaculizándoles su propio desarrollo?

Tienes que establecer límites a tu propia generosidad (130) - Seiiti Arata, Arata Academy

Ten cuidado de no quitarle la oportunidad de que los demás se desarrollen

Cuando utilizas tu generosidad de forma incorrecta, puedes interponerte en el camino del desarrollo de los demás. Por ejemplo, imagínate que eres un profesor muy generoso. Quieres ayudar a tus alumnos a alcanzar el éxito académico y profesional. Das las mejores clases posibles y haces todo lo que exige la dirección de la escuela.

Cuando la clase acaba, después de cumplir con todas tus obligaciones, le dices a tus alumnos que estás allí para responder a cualquier duda que tengan. Incluso te quedas hasta más tarde en la escuela,  incluso sin cobrar horas extras.

Algunos alumnos se aprovechan de esta oportunidad y empiezan a pedirte que les ayudes a hacer actividades que no forman parte de tus obligaciones como profesor. Por ejemplo, te piden que les ayudes a llenar solicitudes para conseguir becas, que les revises sus currículos para un  empleo e incluso que les ayudes a hacer trabajos de otras asignaturas. Ninguna de esas cosas forma parte de tus obligaciones como profesor. Pero, como no eres capaz de decirles que no, te quedas hasta tarde en el instituto ayudándoles con todo tipo de situaciones.

Por una parte, estás poniendo en práctica tu generosidad. Pero, por otra, estás impidiendo que los alumnos aprendan cosas nuevas. Al hacer el trabajo por los alumnos, les estás negando la posibilidad de desarrollarse.

Los profesores que ayudan sin establecer un límite acaban siendo profesores que, al final, ven un menor nivel de aprendizaje en sus alumnos.

A pesar de tu buena intención, tus estudiantes no acaban teniendo un buen rendimiento. En este ejemplo, ¿realmente estás ayudando, o estás obstaculizando la capacidad de los alumnos para aprender a resolver problemas por su cuenta?

Este caso del profesor que hace más de lo que debería es sólo un ejemplo. Piensa en tu vida y en las veces en las que has ayudado en situaciones en las que no deberías haberlo hecho. ¿Has obstaculizado la posibilidad de que la gente aprendiera algo útil por su cuenta?

Como Decir No - Seiiti Arata, Arata Academy

Para ser capaz de practicar la verdadera generosidad a largo plazo, primero cuídate a ti

Además de obstaculizar la oportunidad de que los demás se desarrollen, hay otro riesgo al practicar la generosidad de forma equivocada. Si acabas trabajando más de lo recomendable, ser demasiado generoso puede llevarte a sacrificar tu salud, tu tiempo libre y tu descanso. Y todo ese sacrificio te traerá problemas en el futuro.

Por eso, ten cuidado cuando ayudes a los demás sin haber establecido límites saludables a tu generosidad.

La intención es noble: ayudar a cualquier coste, incluyendo sacrificar tu tiempo personal, pasar noches y fines de semana trabajando horas extras para poder atenderlo todo.

En nuestros entrenamientos, te contaré más detalladamente sobre el Síndrome del Superhéroe. En resumen, es un error pensar que ser generoso significa estar disponible las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. No necesitas, ni debes actuar como un superhéroe. Ser generoso de una forma equilibrada significa saber cómo dosificar las cosas y respetar los límites saludables para cuidar tanto de los demás, como de ti mismo.

Para ser generoso a largo plazo, tienes que entender que sólo puedes ofrecerles ayuda a los demás si tú estás bien.

Un ejemplo clásico de este principio es cuando estás en un avión. El procedimiento de seguridad es que, en caso de emergencia, primero te coloques la máscara de oxígeno y después ayudes al que está a tu lado. Tienes que establecer límites para ayudar a los demás sin perjudicar tus propios niveles de salud y bienestar.

De lo contrario, con el paso del tiempo vas a agotarte física y mentalmente. Incluso puedes acabar con resentimiento por estar ayudando a todos en todo momento y sintiendo que algunos se han aprovechado de tu generosidad.

Esto empeora todavía más cuando te das cuenta de que tu esfuerzo no está dándote buenos resultados.

En el área de la salud, por ejemplo, es común ver a médicos que sufren de fatiga de compasión al tratar a pacientes que no van a mejorar.

Al ver tanto sufrimiento y tener compasión, el profesional de salud puede llegar a sufrir mucho. Esta preocupación puede llevar a este profesional a distanciarse emocionalmente del paciente, a tener una crisis personal o incluso a plantearse abandonar la profesión.

Para evitar este tipo de situaciones, tienes que entender la dinámica de la generosidad y aprender a dosificar los límites de tu ayuda.

La generosidad equilibrada es cuando ayudas a los demás sin perjudicar tu propia salud (130) - Seiiti Arata, Arata Academy

Tienes que establecer los límites de tu generosidad

Para comprender la dinámica de la generosidad, vamos a usar un concepto del libro “Dar y Recibir”, de Adam Grant, que divide a la gente en tres grupos según su capacidad de ofrecer o pedir ayuda. Los tres grupos se llaman tomadores, compensadores y donantes.

Los tomadores (o “takers”, en inglés) son personas que se centran en lo que pueden obtener de una relación, que siempre están intentando mejorar y desarrollarse en su carrera.

El tomador es el tipo de persona que va a aprovecharse de ti si no te proteges. El tomador no respeta tus límites y va a pedirte ayuda para que hagas el trabajo por él.

También existe un grupo de personas que tiene un equilibrio entre la cantidad de ayuda que dan y la que reciben. Se llaman los compensadores, o “matchers”, y son personas que siempre esperan tener reciprocidad.

Los compensadores intercambian favores. Ellos dan tanto como reciben y siempre esperan que se produzca ese intercambio. Hay un aspecto transaccional.

Los compensadores se incomodan e incluso evitan recibir favores cuando se dan cuenta de que no podrán devolverlos. Los compensadores consiguen protegerse de los tomadores porque, en un momento dado, evitarán estar en desequilibrio.

El último grupo son los donantes o “givers”. Son personas que se centran en dar independientemente de lo que vayan a recibir a cambio. Son los que ayudan sin esperar nada.

Dentro del grupo de los donantes, hay dos subgrupos: los donantes conscientes, que ponen límites a su generosidad, y los donantes que siempre ayudan incondicionalmente incluso como un sacrificio personal.

Los donantes conscientes entienden sus propias necesidades y límites, y ayudan a los demás con esto en mente. Entienden la importancia de tener tiempo para cuidar de sí mismos. Este subgrupo de donantes es generoso, pero consciente de sus propios límites.

Con asertividad, este tipo de donantes conscientes pueden decir que no cuando se encuentran en una situación insostenible. Esto es lo que enseñamos en el curso Cómo Decir No, que puedes conocer entrando en este link.

Por otro lado, está el otro subgrupo de donantes que no tienen ningún límite establecido. Ayudan a los demás incondicionalmente, independientemente de cualquier sacrificio personal que tengan que hacer. Estos donantes incondicionales siempre están dispuestos a ayudar a los demás, incluso a costa de su propia salud. Algunas personas pueden aprovecharse este tipo de generosidad.

Por esta razón, es importante que los donantes incondicionales tengan cuidado. Ayudar a los demás y no cuidar de sí mismo no es una forma saludable de vivir a largo plazo. Con el tiempo, los sacrificios personales empiezan a pasar factura, ya sea en forma de agotamiento o de resentimiento.

El problema que tiene la gente que entra en la categoría de donantes incondicionales es el bajo nivel de consciencia que tienen de sus propias necesidades. Los tomadores se dan cuenta de esta falta de consciencia y acaban aprovechándose de los donantes incondicionales, haciendo que los donantes trabajen mientras ellos descansan.

Los donantes incondicionales ignoran sus propias necesidades hasta que se dan cuenta de que no están siendo respetados, y se sienten agotados o enfadados.

Si se agotan, los donantes ya no pueden ayudar a los demás. Si se enfadan, los donantes entran en conflicto y se distancian de los demás, o discuten, y esto perjudica su objetivo de poder ayudar.

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Las relaciones entre los que sólo dan y los que sólo reciben tienden a ser problemáticas

Una dinámica que debe observarse con detenimiento es aquella en la que una persona con el perfil de un tomador tiene una relación profesional o personal con otra, que tiene el perfil de donante. Las relaciones que se forman entre donantes y tomadores tienden a llegar a extremos en los que pueden surgir problemas.

Dentro de las empresas, una solución común a este problema es tratar de reeducar o simplemente deshacerse de quienes tienen el perfil de tomadores. Los trabajadores que sólo se centran en su propio beneficio corren un alto riesgo de perder sus empleos o de estancarse en sus puestos actuales.

Pronto evaluaremos este tipo de teoría, pero antes quiero proponer algunas preguntas. ¿Deberíamos simplemente descartar a la gente que cae dentro de la categoría de tomadores? ¿O deberíamos ser generosos e intentar hacerles darse cuenta de sus fallos, dándoles la oportunidad de mejorar?

Trata de ponerte en los zapatos de un tomador. ¿Cómo te sentirías si fueras excluído de un equipo sólo porque has sido clasificado injustamente como un tomador? ¿No preferirías recibir un poco más de formación o tener una charla más honesta que pueda ayudarte a detectar tus defectos y mejorar?

Los tomadores son personas que absorben tu energía sin ofrecerte nada a cambio. Los compensadores son los que esperan algo a cambio. Y los donantes son los que ayudan sin esperar nada. ¿Cuál de estos perfiles es el tuyo? (130) - Seiiti Arata, Arata Academy

Practica tu generosidad de forma equilibrada

Una forma sencilla de evitar que los demás se aprovechen de tu generosidad es reservar un tiempo específico para contribuir con la vida de los demás y mantener otros bloques de tiempo específicos para cuidar más de ti.

Hay un experimento sobre generosidad en el que se dividió a los participantes en dos grupos.

Uno de los grupos hacía una pequeña contribución en la vida de los demás, diariamente, cinco días a la semana. El otro grupo elegía un día específico de la semana para hacer varias contribuciones en la vida de cinco personas.

Los participantes que agrupaban las contribuciones para hacerlas en un solo día de la semana fueron los que sintieron más felicidad. Es decir, ayudar a varias personas en un solo día trae más satisfacción personal que ayudar a pocas personas cada día.

Esto ocurre porque si dedicas algunos minutos de cada día a ayudar a los demás, eso no llega a representar algo significativo en la forma en que percibes tu propia generosidad.

Pero si ayudas a varias personas en un solo día, la oportunidad de que percibas tu generosidad es mayor y esa felicidad se va a prolongar durante toda la semana.

Por eso, una recomendación de los científicos es elegir un sólo día de la semana para ayudar de una vez a todos los que lo necesitan, en lugar de ayudar a los demás todos los días sólo un poquito.

Otra sugerencia es priorizar. Algunas de las cosas que te piden pueden ser resueltas por quienes te las piden, si se esforzasen todos los días un poco más. Esto hace que los demás aprendan a resolver sus problemas de forma independiente.

Elige ayudar sólo en los casos en los que tu contribución personal sea muy necesaria o en situaciones que realmente sean muy importantes. Y procura, siempre, guiar a la persona a la que has ayudado para que se haga más autosuficiente en el futuro. Es decir, dale el pescado pero también enséñale a pescar.

Intenta también ser productivo. En vez de ayudar a una sola persona al mismo tiempo, fíjate si hay alguna forma en la que puedas reunir a más de una persona en el mismo ambiente y cuando ayudes a una, todas terminen recibiendo ese beneficio. Una de ellas puede primero aprender y después ayudar a la otra, multiplicando el conocimiento.

También es importante ver a qué tipo de personas estás ayudando. ¿Son merecedoras de tu ayuda o sólo se aprovechan de tu generosidad?

Puedes pensar que todos los seres humanos son merecedores de compasión. Pero recuerda que tu tiempo es limitado. Cuando estás ayudando a alguien que sólo quiere aprovecharse de ti, estás dejando de ayudar a alguien que podría tener una intención mejor.

Por eso, presta especial atención a detectar a los tomadores, aduladores y otros tipos de personas que quizá merezcan menos tu atención.

La persona que te pide ayuda de forma sana es esa que entiende que está quitándote tiempo y por eso intentará ser lo más eficiente posible, respetando tu esfuerzo y pidiendo ayuda en algo muy específico, sólo después de que ella ya se ha esforzado lo suficiente como para intentar resolver ese problema por su cuenta.

El tomador no entiende o no respeta eso. El tomador quiere que actúes inmediatamente y hagas exactamente lo que te pide, a menudo haciendo el trabajo que no te corresponde hacer.

El perfil del tomador no es flexible para ajustarse a tus posibilidades. Por el contrario, un tomador quiere que seas flexible para satisfacer sus necesidades.

Cuando detectes señales como estas, tienes que tener asertividad y saber decir que no. Define tus límites. Por ejemplo, puedes optar por seguir un perfil compensador y exigir que, para que tú le ayudes, la persona debe hacer algo a cambio, para ti o para los demás.

También tenemos que aumentar nuestro nivel de consciencia y de presencia plena. Cuando entendemos cuál es nuestro estado emocional y cómo nos sentimos, podemos comprender mejor el equilibrio necesario para ayudar a los demás sin hacer grandes sacrificios personales.

Si intentas ayudar a los demás a costa de tu propia salud, después no vas a poder ayudar a nadie más y, en su lugar, vas a acabar convirtiéndote en la persona que necesita ayuda. (130) - Seiiti Arata, Arata Academy

Cuidado al etiquetar a los demás como tomadores, compensadores o donantes

Una crítica necesaria respecto a etiquetar a los demás como tomadores, compensadores o donantes es que la práctica nunca es tan sencilla como la teoría.

Dependiendo del momento, del contexto o del historial que tenga con una determinada persona, voy a acabar dando más, o esperando recibir más.

Puedo ser un tipo de persona generosa financieramente, que siempre está dando y, al mismo tiempo, en una relación, puedo ser el tipo de persona que está constantemente buscando recibir.

Por eso, este modelo de clasificar a la gente en tres grupos es sólo una simplificación para facilitar la comprensión de este tema. Pero la simplificación no debe llevarte al punto de perjudicar la práctica de tu generosidad. Si empiezas a clasificar a todo el mundo como tomador y decides no ayudar a nadie, quizá el problema no esté exactamente en los demás.

Cada persona tiene una narrativa que explica sus propias acciones. Si consigo establecer una conversación honesta con alguien que es considerado un tomador, quizá pueda llegar a comprender lo que hace que esa persona sea así. Y, con esa comprensión, puedo intentar ayudarla de una forma más profunda, quizá ayudando a la persona a cambiar de comportamiento.

Una segunda crítica es que desafortunadamente tenemos una baja capacidad de autoevaluación. Prácticamente todo el que escucha este tipo de conversación va a decir que es del tipo de persona que es generosa, que es donante. Las personas que van a decir que son tomadoras, que son de las que quieren beneficiarse a toda costa, son pocas.

El motivo es que es difícil darnos cuenta de nuestros propios errores. Admitir nuestros defectos. Entonces, reflexiona un poco antes de etiquetarte a ti mismo y a los demás.

Para hacer una mejor autoevaluación, intenta conocer la opinión anónima de los demás. Por ejemplo, puedes enviarle a tus conocidos el enlace de un formulario anónimo en el que tus amigos, compañeros de trabajo o familiares puedan decirte lo que piensan sobre tu comportamiento. Pregunta si piensan que das más de lo que recibes o si quieres siempre recibir más de lo que estás dispuesto a dar. Ese feedback anónimo te va a ayudar a tener una mejor aproximación a la realidad.

Tener compasión y generosidad es una excelente característica personal. Ayudar a los demás nos saca de esa forma egoísta de pensar y muchas veces nos hace darnos cuenta de cuán pequeños son nuestros problemas al compararlos con los de los demás, y esto disminuye nuestro sufrimiento. Al ayudar a los demás, casi siempre acabamos ayudándonos a nosotros mismos.

Esto no significa que la generosidad deba ser ilimitada. Quien sacrifica el cuidado de sí mismo para ayudar a todo el mundo, pronto se va a quedar sin salud, tiempo o recursos para ayudar a nadie más.

Si antes no te proteges y estableces límites a tu generosidad, tu hábito de ayudar puede hacer que te sobrecargues y perjudiques tu calidad de vida. Así que, en lugar de ayudar a los demás, vas a acabar convirtiéndote en la persona que necesita ayuda.

Por lo tanto, la palabra clave de nuestra conversación de hoy es equilibrio.

Ahora bien, todos sabemos lo difícil que es negarse a ayudar a alguien que está pasando por alguna necesidad. Saber cómo decir que no es, sin duda, algo difícil pero, como toda habilidad, es algo que puede aprenderse.

Si sientes que necesitas más tiempo en tu vida, que estás sobrecargado o que algunas personas se aprovechan de tu generosidad, ven a conocer nuestro entrenamiento online Cómo Decir No, entrando en a este link.