Cómo tener disciplina para el año nuevo

¡Hola! Seiiti Arata. Sabes por experiencia propia que cuando tienes disciplina, consigues lo que quieres. La dificultad está en conseguir encontrar la disciplina cuando la necesitas. Quien quiere vivir una vida por encima de la media puede escoger varios caminos, pero todos van a exigir una cosa: disciplina.

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La disciplina no es más que la obediencia a una serie de reglas. Por eso muchas personas se resisten a la disciplina.

Esto puede cambiar si decides intencionalmente vivir según tus propias reglas. Puedes decidir tomar el control de tu futuro y llevar tu vida exactamente a donde quieras.

La disciplina es lo que separa quien tiene resultado de quien sólo tiene excusas

Piensa ahora en tus sueños. El sueño de tener una carrera profesional que destaque, de tener dinero para ofrecer confort a tu familia, el sueño de estar en buena forma y con salud, el sueño de dominar con maestría alguna habilidad intelectual o artística…

Sea cual sea tu gran sueño, este objetivo sólo se va a transformar en realidad si tienes disciplina.

Cuando tienes disciplina, haces lo que tienes que hacer y obtienes resultados. La persona que no tiene disciplina sencillamente no hace lo que tiene que hacer, no consigue resultados y solo tendrá excusas, culpará a los demás y usará las circunstancias para justificarse.

Los grandes logros no nos caen del cielo. Tenemos que ir detrás de los objetivos de forma ordenada, con constancia y con resiliencia para no rendirnos y superar los obstáculos. 

Disciplina es una de esas palabras que creemos que no hay que explicar, porque todos sabemos más o menos lo que significa ser disciplinado.

La disciplina es la piedra fundamental para cualquier cambio de vida.

Para ser bien prácticos, vamos a definir que la disciplina es la capacidad de someternos a una serie de reglas que nos creamos para nosotros mismos, para conseguir un objetivo determinado.

Por ejemplo, digamos que quieres aprender un nuevo idioma. Creas una serie de reglas para ti mismo. Dices que vas a estudiar una hora tres veces a la semana en casa, y vas a ir a un curso los otros dos días de la semana.

La disciplina va a ocurrir cuando cumplas esas reglas. Vas a poner tu plan en práctica: estudiar de verdad el nuevo idioma durante una hora tres veces a la semana, e ir de verdad a las clases a las que has apuntado. Eso es. Con disciplina, haces lo que tienes que hacer y consigues resultados.

Piensa en alguna meta que hayas intentado conseguir y no has podido. Adelgazar, cambiar de trabajo, dejar de beber. No importa. Es muy probable que el motivo de tu fracaso haya sido la falta de disciplina, la falta de capacidad de seguir las reglas que tendrías que seguir para conseguir esos objetivos. Sin disciplina, sólo vas a poner excusas y vas a intentar culpar a los demás o a victimizarte, justificando la falta de resultados.

¡Importante! No confundas la búsqueda de la disciplina con el sufrimiento.

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La disciplina es libertad, no encarcelamiento

Es común pensar que la disciplina es una especie de prisión. Tenemos que estudiar tantas horas al día. Tenemos que comer eso y no podemos comer eso otro. Tenemos que seguir reglas y más reglas.

Es verdad que, al principio, la disciplina puede parecer una prisión. Pero eso sólo ocurre porque nos falta claridad sobre lo que realmente queremos.

¿Qué quieres? ¿Divertirte viendo series de comedia y “perdiendo el tiempo”, o quieres estudiar para conseguir tener una habilidad valiosa? ¿Quieres comer dulces que engordan… o quieres hacer ejercicio?

El trabajo de aclarar lo que realmente queremos es fundamental. Tenemos que resignificar, darle un nuevo significado a la disciplina. Cuando tus decisiones están alineadas con lo que realmente quieres, entonces la disciplina se convierte en un camino natural que te lleva a la libertad y a sentirte realizado.

Cuando ocurre esto, todo se hace mucho más fácil. Estudiar se convierte en un hábito. Comer los alimentos correctos se convierte en algo automático. Pasamos a ver las reglas como una ayuda, una forma de facilitar tu día, no como un obstáculo.

La disciplina no es una prisión, sino la libertad. Seiiti Arata

Para hacer esta resignificación de la disciplina y tener más claridad sobre lo que quieres , tienes que entender las tres fases del cambio.

Tres fases para convertirte en una persona disciplinada

Para convertirte en una persona disciplinada, tienes que pasar por un proceso de transformación de tres fases: consciencia, acción y disciplina.

La primera fase ocurre cuando tomas consciencia de que tienes que cambiar algo en tu vida. La segunda fase ocurre cuando, movido por la fuerza de voluntad y ese entusiasmo inicial, empiezas a actuar para cambiar.

Todos hemos pasado por estas dos primeras fases en algún momento .Algunos ejemplos de pasar por las fases de consciencia y acción son:

Cuando nos miramos en el espejo y vemos esa grasa no deseada, y queremos dejar de comer algunos alimentos. Cuando queremos ser más inteligentes y empezamos a leer un buen libro. Cuando decidimos pasar menos tiempo en internet, y desconectamos el móvil.

Pero sólo la consciencia y la acción no son suficientes… Sin disciplina, el cambio no se materializa. El problema es que el entusiasmo inicial luego se va… y volvemos a comer lo que no deberíamos. Dejamos los libros de lado. Volvemos a malgastar el tiempo mirando cosas en internet. 

Esto ocurre porque la fuerza de voluntad es un recurso limitado y tenemos que saber cómo tener disciplina para superar esa limitación. La fuerza de voluntad nos ayuda a tener la chispa inicial, pero ella sola no es capaz de sustentar todo el proceso de transformación.

Piensa por ejemplo en los propósitos de año nuevo. Cuando estamos motivados por el cambio de año, nos ponemos metas gigantes y empezamos bien el año, haciendo las cosas de forma diferente. Pero al final de enero esa motivación ya no es la misma. En febrero la fuerza de voluntad ya se agota y lo hacemos todo como antes.

Si te está resultando difícil encontrar disciplina en tu vida, recuerda este modelo de tres fases: primero viene la constancia, después la acción y, sólo al final, la disciplina completa el proceso. Primero hay que asegurarse de tener las fases de consciencia y acción bien aplicadas.

Ahora voy a contarte cuatro pasos que serán útiles para la tercera fase, la del fortalecimiento de la disciplina.

4 pasos para tener disciplina todos los días

4 pasos para tener disciplina todos los días: entiende tus verdaderos motivos; crea un ambiente que favorezca la disciplina; haz una planificación efectiva; aprende de tus errores y sigue adelante.

1. Entiende tus verdaderos motivos

El primer paso para saber cómo tener disciplina todos los días es tener un motivo suficientemente fuerte.

¿Por qué quieres adelgazar? ¿Por qué quieres leer más libros? ¿Por qué quieres aprender otro idioma?

Cuando nos vamos a establecer unos objetivos, la mayoría de nosotros parte directamente al “qué”. Por alguna razón, nos decimos a nosotros mismos que queremos tener un cuerpo más delgado. Que queremos leer más libros. Que queremos ser políglotas.

Pocos son los que se preguntan “por qué”. ¿Por qué queremos hacer todo eso?

Cuando tu motivación está bien clara, todo se vuelve más fácil. Muchas veces el verdadero motivo no es tan aparente. Dices que quieres adelgazar para verte mejor, pero quizá esa sea una forma que creas necesaria para tener más confianza en ti mismo, por ejemplo.

Por eso, investiga profundamente en tu verdadero motivo, en lo que hay por detrás de lo que quieres hacer. Y escríbelo en un papel para que quede realmente claro y de forma estructurada. Si sólo haces el primer paso pensando, sin escribirlo, todo va a seguir estando confuso y en poco tiempo te vas a olvidar de los motivos que te han llevado a tomar la decisión de cambiar.

2. Crea un ambiente favorable para la disciplina

Si vives en una casa llena de pastelitos, con una televisión gigante en medio del comedor y con el ordenador siempre encendido con una red social como página inicial, va a ser mucho más difícil ponerte en forma, leer más libros o usar menos el internet. 

Una forma fácil de tener más disciplina es cambiar tu casa, o tu lugar de trabajo, o incluso la configuración de tu ordenador y del móvil para crear un ambiente inevitable, un lugar físico y virtual en el que sea inevitable hacer lo que tienes que hacer,

Dificulta el acceso a los instrumentos que dificultan tus objetivos. Facilita el acceso a los medios que facilitan tus metas. Esto puede marcar la diferencia. 

Tienes que dificultar la distracción para centrarte en la acción.

3. Haz una planificación efectiva

Es mucho más fácil saber cómo tener disciplina diaria si antes elaboras un plan de cambios para cumplir la transformación que quieres hacer. 

Esta planificación puede estar hecha por ti mismo o con la ayuda de un mentor, un buen profesional o cualquier persona que ya haya conseguido lo que tú quieres conseguir.

En términos sencillos, tu plan debe tener la situación en la que estás hoy, la situación que quieres conseguir, y los pasos necesarios para ir de un punto al otro.

No te preocupes en hacer un plan perfecto, intentando anticipar todos los pasos y obstáculos. Es imposible. Haz lo mejor que puedas hacer ahora, empieza a llevar a cabo el plan y ve ajustándolo en el camino siempre que sea necesario.


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 4. Aprende de tus errores y sigue adelante

No importa cuál sea el objetivo que quieres conseguir, lo único seguro es que tarde o temprano tu disciplina va a fallar.

Cambiar no es una tarea fácil. En realidad, es uno de los mayores desafíos a los que se puede enfrentar el ser humano.

Nuestro cerebro siempre va a preferir ahorrar energía y quedarse en su zona de confort. Es una cuestión evolutiva, ligada a la supervivencia. Por eso, siempre que intentas cambiar y expandir tu zona de confort, tu cerebro reacciona inventándose excusas, procrastinando o usando otros métodos para que volvamos al comportamiento que consuma menos energía. Y eso nos lleva a cometer errores.

Lo que tienes que hacer aquí es aceptar tus errores, aprender de ellos y seguir adelante. Cuando aceptas desde el principio que vas a equivocarte, evitas estresarte demasiado o entrar en crisis cuando las cosas no salgan como habías planeado.

Cuando ocurra un error, nada de estrés o de frustración. Tan solo levántate y vuelve a empezar. Sigue siempre avanzando, sin rendirte.

Recuerda la importancia de tener claridad. Ten un diario y registra lo que estás aprendiendo y cómo vas evolucionando. Si fuese necesario, reescribe tus metas todos los días hasta que tus objetivos estén bien asentados en la mente. Reescribe tus motivos para no perder de vista lo que estás buscando.

Hazlo día tras día, semana tras semana y, poco a poco, esos sueños distantes que hoy sólo están en tu cabeza, se convertirán en una realidad concreta mucho antes de lo que te imaginas.

Tener disciplina es la capacidad de someterse a las reglas que tú mismo te defines para ti.

Tener disciplina no es algo fácil, pero es un arte que va a hacer que consigas tus grandes objetivos de una forma mucho más rápida y eficaz.

Cuando esta transformación ocurre, y se amplía tu zona de confort, la disciplina acaba convirtiéndose en libertad.

Para conseguirlo, recuerda no confiar solo en la fuerza de voluntad, y sigue los cuatro pasos para tener disciplina todos los días: entiende tus verdaderos motivos, crea un ambiente que favorezca la disciplina, haz una planificación efectiva, y aprende de tus errores para seguir siempre caminando.

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