¡Hola! Seiiti Arata. Cuando te encuentras a alguien hablando consigo mismo, parece como si estuviese loco, ¿no? Pero hablar con uno mismo es algo normal que hace todo el mundo… incluso tú. Y esa conversación privada tiene varias utilidades, incluso para aumentar tu enfoque y concentración.
Puedes hablar contigo mismo sólo en pensamiento (sin mover los labios) o en voz alta. ¿Es lo mismo? No siempre.
Nuestros pensamientos y nuestra habla no están totalmente conectados, por eso hablamos con nosotros mismos. Y esta conversación privada ayuda a hacer puentes entre los pensamientos caóticos y nuestra habla, que es un poco más organizada. Así es como mejoramos nuestra cognición, creamos frases y nos comunicamos.
Te concentras mejor cuando hablas contigo mismo de forma correcta.
Primero te voy a contar un experimento científico. Si dices cosas sin sentido (blablablabla) cuando estudias, tienes menores posibilidades de procesar y asimilar la información. Para profundizar más, puedes investigar los estudios sobre la supresión articular.
Esto es obvio. Si digo cosas sin sentido mientras estudio, es obvio que mi retención es peor. Pero te lo tenía que contar para darte un consejo práctico que es exactamente lo opuesto. Si sólo verbalizas frases relacionadas con la tarea que estás haciendo, mejoras tu concentración.
Por ejemplo, cuando dices en voz alta el nombre de un objeto, tienes más posibilidades de identificar ese objeto. Quizá por eso tenemos la costumbre de andar por casa diciendo en voz alta “¿dónde está mi cartera… la cartera… dónde está la cartera? ¿Dónde he dejado la cartera?” Al decir en voz alta la palabra “cartera”, aumento mi enfoque para identificar dónde está la cartera.
Las frases motivacionales ayudan más que las frases neutrales.
El cansancio y el dolor recibidos reducen tu rendimiento físico, si estás practicando algún deporte o haciendo una prueba de resistencia. ¿Si escuchas frases motivacionales tu cerebro va a tener más resistencia para lidiar con el cansancio?
Existe un experimento sobre rendimiento físico en el que los científicos separaron a voluntarios en grupos para poner a prueba el impacto de las frases motivacionales.
Los dos grupos voluntarios tenían que pedalear en una bicicleta ergométrica con el máximo esfuerzo posible. Un grupo escuchaba frases neutrales y, el otro, frases motivacionales.
¿El resultado? El grupo que escuchó frases motivacionales tuvo mejor rendimiento que el grupo que sólo escuchó frases neutrales. ¿Lo entiendes? Sería más o menos como si eligieses a dos atletas con un nivel de preparación similar, y uno escuchase un audio libro de economía y, el otro, un libro motivacional. Probablemente quien esté escuchando el libro motivacional consiga esforzarse más y tener un mejor rendimiento.
Por eso, no tiene mucho sentido que atraigas un lenguaje negativo o pesimista como, por ejemplo, decir en voz alta o, incluso, en pensamiento silencioso, cosas como “Soy idiota, no lo voy a conseguir nunca, mejor rendirme ahora antes de crear problemas o pasar vergüenza delante de los demás”.
Es importante que te refieras a ti mismo en tercera persona para tener una nueva perspectiva.
Hablé sobre esto en el episodio anterior. Hablar con uno mismo o con una misma puede aumentar tu confianza y motivación, y esto es todavía más fuerte cuando hablas en tercera persona.
Cuando Pelé se dice a sí mismo “Ahora Pelé va a regatear. Genial. Ahora Pelé va a marcar un gol”, Pelé está hablando consigo mismo en tercera persona. Hay otros deportistas que son conocidos por referirse a sí mismos en tercera persona, como Andre Agassi, que en su autobiografía dice que el tenis es el deporte en el que el deportista se habla más a sí mismo que en cualquier otro deporte.
Es común escucharle en la pista “Vamos, André, vamos a sacar con fuerza y precisión”. ¿Esta técnica funciona para motivarte y aumentar tu rendimiento? La respuesta es sí.
No tienes que ser un deportista de alto rendimiento ni ser una persona narcisista para referirte a ti mismo en tercera persona. Existe una conocida entrevista en la que Malala usa la tercera persona para responder una pregunta sobre lo que ella haría en una situación de peligro. Prueba a usar intencionadamente la tercera persona, y podrás ganar un nuevo punto de vista y questionarte mejor.
Puedes usar tu nombre para calmarte.
Imagina que formas parte de un experimento científico. El científico te enseña una imagen muy perturbadora en una situación de peligro de vida como, por ejemplo, un asesino apuntándote con un arma. El científico te pide que hables de la imagen y cómo te salvarías… usando la primera persona.
Tendrías que decir algo como “intentaría quitarte el arma”, “saldría corriendo en zigzag”, “lloraría y suplicaría por mi vida”. En cualquier caso, probablemente seguirías alterado y en estado de estrés.
Ahora, si el científico te pidiese que hablases en tercera persona, tu implicación emocional en la situación, sería menor. Como me llamo Seiiti, yo diría “Seiiti va a usar una técnica de negociación para cambiar la actitud del asesino”, “Seiiti va a darle un golpe en la garganta al asesino”.
Este descubrimiento indica que puedes superar situaciones de fobia y estrés al usar tu nombre. Si te llamas Alex, en vez de pensar “no tengo que tener miedo de subirme al avión”, puedes pensar “vale, Alex, no tienes que tener miedo de subir al avión”. Y, para mejorarlo todavía más, puedes reformular la frase para que tenga un tono positivo, eliminando la palabra “miedo” diciendo “Alex, el avión es seguro y pasa por varias inspecciones, puedes subirte tranquilamente”.
Enseño esta técnica dentro del curso ENFOQUE, en el que explico la técnica de adoptar la perspectiva de un camarógrafo que está grabando su propia vida. Así ganas una nueva visión con el distanciamiento necesario para tener una mejor evaluación y tomar decisiones.
Probablemente ya te hayas encontrado hablando contigo mismo en tercera persona en alguna situación rara. Esto es normal y no tienes por qué tener vergüenza o asustarte. Sólo es una forma diferente de pensar que te puede ser útil.
Las diferentes formas de hablar con uno mismo accionan diferentes caminos de pensamiento en el cerebro, sobre todo en el córtex cerebral (que se encarga de funciones más desarrolladas como el lenguaje) y en las amígdalas cerebrales (que se encargan de funciones más primitivas, como el miedo)
Básicamente, al referirte a ti mismo en tercera persona, consigues un auto distanciamiento mayor, y esto te proporciona un mayor autocontrol, un rendimiento más competente y un pensamiento más claro. Piensa en un videojuego. No eres el personaje que está ahí en mitad del juego. Eres la persona que tiene el mando en la mano y está moviendo al personaje.
Entonces, ¿cómo hablar con uno mismo o con una misma? Tienes que hacer tres cosas importantes: primero, tienes que usar tu nombre para conseguir un distanciamiento y una perspectiva más objetiva de la situación. Segundo, tienes que ser preciso y específico sobre el tipo de acción que tienes que hacer. Tercero, tienes que usar afirmaciones positivas para entender el contexto mayor de quién eres antes la situación. Como regalo adicional para los que se suelen quedar hasta el final, te voy a dar un ejemplo muy práctico.
Imagina que te llamas María y vas a hacer una entrevista de trabajo, pero estás nerviosa. Puedes usar el siguiente modelo:
– María, puedes estar tranquila. No es la primera entrevista de trabajo, y no será la última. Hay muchas oportunidades. Esta entrevista es para una muy buena empresa, y el salario es estupendo, pero puedes respirar en paz, ya que lo mejor que puedes hacer es estar tranquila y ser profesional. Tienes todas las habilidades técnicas y necesarias y eres una profesional con integridad y, además, eres leal, algo importante en cargos de dirección. María, recuerda contarle cómo has gestionado el proyecto de internacionalización en esa empresa en la que trabajaste. Aunque escojan a otra persona, habrás hecho una presentación increíble y se van a acordar de ti.
Fíjate en este ejemplo, que María ha usado su propio nombre para tener un distanciamiento emocional y estar más tranquila, que es uno de los principales objetivos. Hace afirmaciones positivas sobre las cualidades profesionales que tiene, ha sido específica para destacar acciones útiles que puede hacer, como mencionar un caso práctico en el que autogestionó un proyecto especial. Este es un ejemplo que puedes adaptar para cualquier desafío que tengas por delante.
Tienes que aprender a controlar tus propios pensamientos para poder vivir mejor. En el curso ENFOQUE, te enseñamos a tener maestría en tu propio modelo cognitivo, concentrándote en lo que realmente importa – por eso te invito a iniciar tu proceso de mejor visitando este link.