Lo que sabes (o crees saber) sobre tus valores personales no es correcto

¿Sabías que escribir tus valores personales es una de las intervenciones psicológicas más efectivas entre todas las estudiadas por la ciencia?

Un ejercicio así de sencillo está comprobado que hace que la gente sea más fuerte, controlada y orgullosa. También las hace más cariñosas, tolerantes y empáticas.

A largo plazo, conocer lo que más valores en la vida también aumenta el rendimiento de estudiantes, reduce problemas de salud y te ayuda a vencer desafíos como el de dejar de fumar o beber. Todo esto incluso para las personas que escribieron sus valores una sola vez, en diez minutos, y han obtenido los beneficios durante meses e incluso años.

Por efectos como ese, la definición de valores personales está presente en prácticamente cualquier material de desarrollo personal o de planificación de vida que conozcas. 

El problema es que la forma en la que se enseña la definición de valores, casi siempre, está equivocada. Normalmente aprendes que debes coger un papel y sencillamente hacer una lista, en orden de importancia, lo que más valoras en tu vida. Yo mismo compartí este ejercicio contigo pues se trata de una actividad muy sencilla y rápida de hacer.  

Pero, ¿qué es lo que no está bien en este enfoque? Déjame explicártelo con un ejemplo.

Imagina una situación que exija tomar una decisión. ¿Por qué decides de una forma y otra persona decide de forma completamente diferente?

Toma mejores decisiones descubriendo tus valores personales. - Seiiti Arata

Por ejemplo, digamos que recibes un ascenso para hacerte director de la empresa en la que trabajas, y por ello tendrás que cambiar de ciudad. El problema es que tu hijo adolescente no quiere cambiarse de ciudad, porque no quiere estar lejos de su novia, que ha conocido hace dos meses. 

¿Entonces? ¿Qué haces? ¿Rechazas la posibilidad de crecimiento profesional por la relación de tu hijo?

Puedes suponer que esa relación adolescente no vaya a durar mucho. Si rechazas el ascenso, puedes llegar a enfadarte con tu hijo por haber perjudicado tu trabajo por culpa de algo tan pasajero.

Pero también puede pasar lo contrario. Puedes aceptar el ascenso y obligar a tu hijo a mudarse. Y, en ese caso, será él quien esté enfadado contigo por haber perjudicado su relación. 

No sé qué decisión tomarías. Pero estoy seguro de una cosa: diferentes personas tendrán diferentes decisiones. Y esas decisiones dependen de los valores que tengamos. 

Según la enseñanza común sobre valores personales, sólo tendrías que coger una lista ordenada de lo que más valoras y decidir siguiendo esa lista. Por ejemplo, si has puesto el valor “Trabajo” por encima del valor “Familia”, deberías aceptar el cargo de director. Si lo habías puesto al revés, deberías priorizar el deseo de tu hijo y renunciar al ascenso.

El problema es que la vida real no es tan lógica, no es tan sencilla, no es tan binaria. Si decides aceptar el cargo y obligar a tu hijo a mudarse, no significa necesariamente que valoras más tu profesión que tu familia.

Siguiendo nuestro ejemplo ilustrativo, imagina que al rechazar el ascenso pierdes la confianza de tus empresarios y acabas, a largo plazo, siendo despedido, lo que perjudicaría a tu familia. 

La vida es mucho más compleja que una lista en una hoja de papel. En las decisiones que tenemos que tomar en el día a día, hay mucho más en juego que sólo una dualidad entre un valor u otro. 

Fíjate bien, no es que no necesites conocer ni jerarquizar tus valores. Lo que estoy diciendo es que es más interesante ver tus valores personales no como una lista estática, sino como una especie de red dinámica.

En esa red, todos tus valores están conectados, uno depende del otro, y la posición de cada uno de ellos cambia todo el tiempo. Además, esos cambios ocurren muchas veces sin tener consciencia de ello, y otras veces por razones que te dices a ti mismo, pero que no son necesariamente verdades. 

Vamos a analizar cada uno de esos puntos. 


Planificando Tu Vida- Seiiti Arata, Arata Academy

Tus valores personales cambian con el tiempo y el contexto

El primer paso para obtener los beneficios de conocer lo que más valoras es entender la dinámica de los valores. Es comprender que tus valores no son permanentes y absolutos, sino que cambian con el tiempo y con el contexto.

Imagina el siguiente escenario. Estás en un concierto de música, en un sitio bastante desordenado, con una lata de refresco en la mano. Hay cientos de personas a tu alrededor, y hay basura por todas partes. Todo está sucio y apenas consigues encontrar la puerta de salida. En este contexto, por más que valores la limpieza y la organización, ¿cuál es la posibilidad de que tires esa lata al suelo?

Ahora imagina que tú, con los mismos valores que tienes, con la misma lata de refresco en la mano, estás en un concierto en un teatro muy limpio y ordenado. En este nuevo contexto, ¿cuál es la posibilidad de que tires la lata al suelo?

¿Ves? Estoy hablando de la misma persona, con los mismos valores. Lo único que ha cambiado ha sido el contexto, el ambiente en el que estaba.

Además del contexto, otro factor que influye mucho en tus valores es el tiempo. Cosas que valorabas cuando eras adolescente ya no son tan importantes hoy en día. Y los valores que tienes hoy pueden no ser tan importantes dentro de una década.

Lo que quiero dejar bien claro con estos ejemplos, es que tus valores personales no son una lista estática en una hoja de papel. Cambian todo el tiempo, según el lugar en el que estés, las personas con las que convives, con tu edad, con tu nivel de conocimiento. 

Y los valores también se influyen los unos a los otros. Por ejemplo, si valoras mucho tu familia, puedes empezar a valorar aún más tu propia salud después de tener un hijo. Al final, vas a querer vivir más tiempo para ver cómo crece el nuevo miembro de la familia.

Para entender mejor esta dinámica, tienes que estar atento a nuestro segundo paso…


Conocer tus Valores Personales es el arma psicológica más poderosa jamás estudiada.
Seiiti Arata

No siempre eres consciente de tus valores

Después de comprender que los valores cambian con el tiempo y el contexto, tienes que dar el segundo paso y admitir que no siempre eres consciente de lo que más valoras hoy, en tu actual contexto, con tu actual edad. 

La mayor parte del tiempo, no somos conscientes de los valores que están guiando nuestra toma de decisiones. 

E incluso aunque nos hayamos tomado el tiempo para escribir en una hoja cuáles son nuestros valores, es muy difícil atribuirle una nota a cada uno, como para crear una especie de algoritmo que determine con seguridad cuál es la mejor decisión a tomar.

De nuevo: los valores no son una lista estática de elementos aislados. Forman una red dinámica e interdependiente.

Estaría muy bien si la enseñanza que encontramos en la mayoría de los materiales de desarrollo personal funcionase como nos prometen. Bastaría con hacer una lista de lo que más valoras y, para cada decisión que tengas que tomar en la vida, sólo tendrías que comparar un valor con otro para saber lo que hacer.

Por desgracia, o no, la vida es mucho más compleja que eso. Los valores sólo indican una dirección general relativa. Esto significa que aunque tenga claro que un determinado valor es importante, no estoy seguro de si las acciones y decisiones que voy a tomar realmente me van a acercar a ese valor.

Quizá acabe sorprendiéndome y por más que me haya esforzado en valorar una determinada área, las consecuencias pueden no aportarme el resultado deseado o incluso interponerse en mi camino.

Vamos a explicar esto con otro ejemplo. Imagina que tengo en mi lista la salud como uno de mis mayores valores personales. Entonces decido practicar un deporte y acabo teniendo un accidente que me hace un daño permanente. Estaba buscando priorizar lo que valoro con mis acciones y, al final, he acabado perjudicando mi salud para siempre.

También existen situaciones más complejas, como la del primer ejemplo sobre cambiar o no de ciudad comparando valores como la familia o la carrera profesional. Esto es porque los valores pueden ser interpretados de diferentes maneras. 

Conocer tus valores personales más altos es la clave definitiva para que siempre tomes las mejores decisiones. Seiiti Arata

Si he escogido cambiar de ciudad, no significa que tenga un absoluto aprecio por el valor profesional y un desprecio total a la vida familiar. Quizá, por el hecho de valorar la vida familiar y querer estabilidad y calidad de vida, que conseguiremos todos los de la familia con un mejor sueldo, estoy tomando esa decisión.

E incluso estoy sacrificando hacer frente al resentimiento y a la falta de comprensión de mi hijo adolescente que hoy no quiere mudarse, pero que espero que consiga entender cómo ésta ha sido una decisión dolorosa que he tomado buscando lo mejor para toda la familia. 

En este caso, lo que para algunas personas no parece ser una toma de decisiones familiar, para mí puede serlo. Esto nos lleva al último punto: el de las explicaciones que nos creamos. 

La realidad raramente sigue tus valores personales

El tercer y último paso para sacar el mejor partido a tus valores personales va a exigir un poco más de tiempo para entenderlo.

Una buena cantidad de las acciones que haces acaba siendo fruto de una mezcla entre tus valores personales y un poco de azar, hábitos y circunstancias a nuestro alrededor.

Observa, por ejemplo, tu comportamiento en este exacto momento. ¿Por qué estás aquí participando en esta conversación? Tienes varias otras opciones. 

En Arata Academy, nuestras conversaciones son siempre sobre cómo puedes mejorar tu vida personal y profesional continuamente. Ahora, ¿por qué es esto algo importante para ti?

Tienes varias otras opciones. Quizá podrías estar haciendo otra cosa, por ejemplo pasear con tu familia, dormir un poco o ver un vídeo gracioso en YouTube. ¿Por qué estás aquí hablando conmigo?


Planificando Tu Vida- Seiiti Arata, Arata Academy

Antes de que respondas, voy a hacer que la pregunta sea aún más complicada. El cerebro humano tiene un proceso llamado confabulación y racionalización.

De forma resumida, esto significa que, las veces en las que no tenemos clara la respuesta, muchas veces nos inventamos una explicación que no es necesariamente la verdad.

Existe una historia famosa de una experiencia realizada en 1956 en los Estados Unidos, para comprobar la eficiencia de una propaganda subliminar. Durante la proyección de una película en el cine, aparecía un mensaje de refresco y palomitas durante sólo 0.003 segundos,  un intervalo menor de lo que el ojo humano puede captar conscientemente.

En el descanso de la película, las ventas de palomitas aumentaron casi un 60%, y las de refrescos, un 18% en comparación con sesiones donde no habían puesto el mensaje subliminar.

Cuando les preguntaron por qué estaban comprando el refresco, ninguna de ellas dijo que el motivo era por haber visto la imagen, incluso por el hecho de que no se acordaban o ni siquiera se habían dado cuenta de esa imagen durante una fracción de segundo tan rápida. Sin embargo, su subconsciente la captó, fue influenciado y no consiguió añadir esa explicación. La respuesta fue que tenían sed, que hacía calor y por eso querían un refresco.

Existe mucha controversia alrededor de esta historia sobre los métodos usados en el experimento y en la forma en la que se ha reportado pero, independientemente de las críticas, es un ejemplo que sirve para ilustrar cómo tenemos que tener cuidado con nuestra narrativa.

Toda esta combinación de valores dinámicos dependiendo del momento y del contexto, de la falta de conciencia al respecto de nuestros propios valores y de la racionalización o confabulación, acaba dificultando bastante explicar nuestras acciones.

Es complicado tomar decisiones conscientes y explicar cuáles son los valores que han guiado nuestras decisiones. ¿Qué hacemos, entonces? Creamos historias. Piensa en todas las historias que te cuentas a ti mismo. Algunas duran años, aunque tengan poca o ninguna base en la realidad.

Esto no significa que seas una persona mentirosa, que engaña o que tengas cualquier defecto en tu carácter. El cerebro humano funciona mucho basándose en historias para justificar prácticamente todo, no le importa si las historias son 100% verdaderas o no.

Por más difícil que sea de admitir, eres la persona más fácil de ser engañada por ti mismo.

Por eso queremos tener mucho cuidado antes de decir que tomar la decisión de cambiar de ciudad por el trabajo es porque valoro más la profesión que a mi familia. 

Las cosas no son tan sencillas. Si la vida fuese tan directa y lógica como algunos nos quieren hacer creer, no estaríamos enfrentándonos con tantos problemas para encontrar satisfacción.

Por eso, debes ser siempre cauteloso antes de juzgar las decisiones de alguien.

Incluyendo tus propias decisiones.


Toda buena planificación de vida debería empezar por el conocimiento de tus más altos valores personales.
Seiiti Arata

¿Qué ocurre con el que consigue armonizar sus propios valores?

El principal objetivo de nuestra conversación de hoy ha sido intentar entender cómo los valores personales pueden ser una herramienta extraordinaria para ayudarte a tomar mejores decisiones, siempre que entiendas cómo funcionan realmente.

Y, para tener ese entendimiento, debes abandonar la idea de una lista estática de valores ordenados, y abrazar un poco más al caos, asimilando la idea de que los valores funcionan como una red dinámica interdependiente que se altera con el tiempo y el con el contexto.

A veces no eres consciente de qué valores son prioritarios en el momento. Otras veces creas historias sin mucha base en la realidad para justificar tus decisiones.

Y todo está bien. Tenemos que aprender a no ser demasiado duros con nosotros mismos y con los demás. Tenemos que dejar de juzgar decisiones basándonos en una supuesta lista de valores personales que debería guiar todas las decisiones de la humanidad como si fuesen un algoritmo lógico.

La vida no es así. Cada persona toma decisiones buscando lo mejor posible, de acuerdo a su punto de vista, el contexto y los recursos disponibles. 

Tenemos que tener cuidado a la hora de escuchar explicaciones sobre porqué hacemos esto o lo otro. Muchas veces esa explicación no es una información muy precisa, porque está sujeta a la racionalización y la confabulación.

A veces intentamos actuar según un determinado valor, pero acabamos frustrados cuando los resultados acaban no siendo coherentes con lo que habíamos pensado.

En este punto de la conversación puedes estar preguntándote qué hacer, entonces, para descubrir cuáles son tus valores personales más profundos, cómo se relacionan y cómo pueden adaptarse según el tiempo y el contexto.

Esta no es una tarea fácil. El proceso de consciencia y aclaración de nuestros valores requiere un largo trabajo, profundo y auténtico.
En caso de que estés preparado para dar el próximo paso en este camino, te invito a ver una clase extra gratuita que te va a enseñar el paso a paso para que descubras tus más altos valores personales de la forma en la que he explicado aquí, y empezar a elaborar un plan de vida que te permita conseguir tus mayores objetivos.