5 minutos para engañar a tu cerebro

¡Hola! Seiiti Arata. ¿Sabes cuando te cuesta empezar a trabajar en un proyecto, hacer una tarea o practicar un nuevo hábito? En estos casos, puedes usar una técnica de productividad que, a pesar de ser muy simple, ha sido evaluada por la ciencia: la regla de los cinco minutos.

Esta técnica es tan sencilla que creerás que es una broma o que no funciona. Pero sólo tienes que comprometerte a empezar el proyecto, la tarea o el hábito durante cinco minutos. Sólo eso: coge el móvil, pon un temporizador de cinco minutos y empieza.

Este simple truco es una forma de engañar a tu cerebro para salir de la inercia y dejar de procrastinar. Finges trabajar durante cinco minutos, pero probablemente rindas mucho más tiempo. Y aun sabiendo que te estás autoengañando, vas a conseguir usar la regla de los cinco minutos para superar la procrastinación.

Esto ocurre porque la regla de los cinco minutos se adapta perfectamente para resolver la reacción emocional de la que nace la procrastinación. Esta reacción emocional existe por la forma en la que ha evolucionado el cerebro, pero se puede solucionar de una forma muy sencilla.

El cerebro humano ha evolucionado para luchar o huir. Esta respuesta emocional es la raíz de la procrastinación.

Nuestro cerebro ha evolucionado durante miles de años para ser como es ahora. Solo que durante la mayor parte de esta evolución, la principal preocupación del cerebro no era impresionar al jefe, conseguir más seguidores en las redes sociales o dejar de ver la tele. La preocupación era sobrevivir.

Por eso al cerebro humano no le gusta la incomodidad y está programado para tener respuestas rápidas del tipo luchar o huir. Así es como los humanos hemos sobrevivido a depredadores mucho más fuertes: analizando rápidamente si deberíamos luchar contra la amenaza o simplemente huir y sobrevivir.

Hace mucho tiempo que no vivimos en las cuevas, pero nuestro cerebro sigue teniendo prácticamente la misma estructura. Siempre que anticipe una situación incómoda, va a intentar evitarla a toda costa.

Esta es una de las razones por las que procrastinamos tanto. El miedo o la ansiedad que sientes antes de empezar una tarea son parecidos a las sensaciones que tus ancestros primitivos tenían al encontrarse un animal en la selva. Para tu cerebro, la respuesta rápida es luchar contra esa tarea o simplemente huir de ella.

La reacción del tipo luchar o huir fue esencial para sobrevivir en la selva, pero en el mundo moderno muchas veces nos perjudica más de lo que nos ayuda. Al ser básicamente una reacción emocional, no tiene muy en cuenta la razón. Por eso procrastinamos aunque sepamos racionalmente que dejarlo todo para después nos va a traer problemas en la vida personal y profesional.

Racionalmente sabemos que dejar una tarea del trabajo para el último día va a traerte problemas. Sabemos que entregar la declaración de la renta a última hora es un riesgo. Sabemos que, cuando tenemos un problema de salud, cada día que tardamos en ir al médico el problema se puede agravar más. Y aún sabiendo esto racionalmente, procrastinamos.

La raíz de la procrastinación es una especie de autoengaño de nuestro cerebro que se basa más en la emoción que en la razón. Por eso la solución para la procrastinación también se puede basar en un autoengaño. Ahí entra la regla de los cinco minutos.

La Regla de los 5 Minutos funciona porque supera el miedo que tiene tu cerebro a sentirse incómodo.

La procrastinación es el conflicto entre la parte emocional y la parte racional de tu cerebro. Mientras que la parte emocional evita siempre las situaciones incómodas y busca seguridad, la parte racional hace planes a largo plazo y sabe que tiene que hacer una serie de tareas para hacer que esos planes se hagan realidad. Aunque esas tareas sean incómodas.

La solución para este conflicto es simplemente reducir las expectativas. Reducir los planes a largo plazo que asusten a la parte emocional de tu cerebro a tareas tan pequeñas que no puedan causar procrastinación. Es como si estuvieses en la selva y, en vez de encontrarte un tigre, te encontrases un gatito pequeño que te pide cariño.

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Escribir tu trabajo de fin de grado es una tarea que asusta, pero escribir un párrafo es inofensivo. Hacer ejercicio una hora asusta, pero hacer una serie de abdominales no es para tanto. Limpiar la casa entera asusta, pero fregar una cuchara no cuesta tanto.

Por eso, siempre que veas que estás procrastinando para empezar una tarea, haz un trato contigo mismo. Dite que vas a trabajar durante cinco minutitos. Coge tu móvil, pon el temporizador y empieza. Sin pensarlo.

Deja el escepticismo de lado y prueba la Regla de los 5 Minutos.

Si eres una persona más crítica, ya debes de haber creado una lista de razones por las que esta técnica no va a funcionar. Puedes pensar que cinco minutos de trabajo no van a marcar mucha diferencia en tus grandes objetivos, que requieren meses de esfuerzo y de trabajo duro.

Si piensas que cinco minutos no van a resolver tu problema con la procrastinación, deja que te cuente un secreto: tienes razón. Pero el truco de la regla de los cinco minutos es que rara vez dejas de trabajar cuando suena la alarma de los cinco minutos.

Es muy probable que sigas trabajando después de ese tiempo, incluso hasta acabar la tarea o cansarte. Aún sabiendo que es un truco, un autoengaño, es probable que la regla funcione y sigas trabajando.

Esto pasa porque la regla de los cinco minutos va a combatir la raíz de la procrastinación, que es precisamente el miedo a empezar. Una vez que empiezas a hacer la tarea, la parte emocional de tu cerebro ve que no tiene nada que temer. Así, desactiva la respuesta rápida de luchar o huir, porque no ve ninguna amenaza.

La regla de los cinco minutos es efectiva porque en realidad nuestro cerebro no tiene miedo al trabajo en sí. Lo que pasa es que anticipa y no le gusta la idea de trabajar, sobre todo de trabajar en tareas grandes y amenazadoras.

Cuando pones el temporizador y te pones a trabajar sin pensártelo mucho, no le das la oportunidad a tu cerebro de que se preocupe demasiado. Y, una vez que has vencido a la inercia, es más probable que sigas trabajando después de esos cinco minutos. Es difícil que quieras interrumpir la actividad después de que suene la alarma.

Las ganancias acumuladas de la Regla de los 5 Minutos pueden cambiar tu personalidad de procrastinador.

Un estudio científico de 2007 mostró que la procrastinación se basa en cuatro pilares: la expectativa de dificultad, el miedo de fallar, las tareas poco valiosas y la personalidad de procrastinador.

Siempre que esperas una dificultad, procrastinas. Siempre que tienes miedo a fallar, procrastinas. Con tareas poco valiosas, que no van a tener un impacto en tu vida, procrastinas. Y cuando tienes una tendencia genética a procrastinar más o te has criado en un ambiente que te ha acostumbrado a procrastinar más… procrastinas.

La regla de los cinco minutos combate prácticamente todos esos pilares. Primero, reduce la expectativa de dificultad. Al fin y al cabo, sólo te comprometes a trabajar durante cinco minutos. También elimina el miedo a fallar, porque no te da tiempo a cometer grandes errores en cinco minutos.

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Contra las tareas poco valiosas, la regla es genial. Si dejas para después las tareas que no te aportan beneficios pero que tienes que hacer, como tirar la basura, rellenar informes rutinarios, o actualizar las aplicaciones del móvil, prueba a poner el temporizador de cinco minutos y hacer esas tareas aburridas.

Estos tres primeros pilares se combaten muy bien con la regla de los cinco minutos. Pero es en el pilar de la personalidad de procrastinador donde la técnica puede ser un punto de cambio en tu vida.

Si tienes una personalidad que te hace procrastinar más de lo normal, esa personalidad ha sido formada en parte por factores genéticos, y en parte por el simple hecho de procrastinar. Ya has procrastinado tanto que te has acostumbrado a hacerlo. Tu cerebro está entrenado para procrastinar.

Ahora, si empiezas a usar la regla de los cinco minutos a partir de hoy, cada vez que pongas el temporizador y empieces a trabajar, estarás entrenando a tu cerebro para no procrastinar. 

Imagina el efecto acumulado de esto con el tiempo. No sólo estarás trabajando en las tareas que pueden hacer que tus grandes objetivos se hagan realidad, sino que estás entrenando a tu cerebro para que deje atrás la personalidad de procrastinar y te estarás transformando en una persona mucho más productiva.

Y todo esto con sólo cinco minutos.

La próxima vez que te veas procrastinando para empezar una tarea, usa la regla de los cinco minutos. Coge tu móvil, pon un temporizador de cinco minutos y simplemente empieza la tarea, sin pensártelo mucho.

Esta simple técnica va a hacer que venzas la inercia y desactives las reacciones emocionales de luchar o huir que han evolucionado con el cerebro humano. Cada vez que uses esta técnica, vas a entrenar tu cerebro para que supere la personalidad de procrastinador.
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