Cómo evitar que las personas tóxicas destruyan tu felicidad

¡Hola! Seiiti Arata. ¿Qué hacer cuando compartes tu vida con gente tóxica, que se pasa el tiempo quejándose, inventándose cotilleos, mintiendo, gente que es infeliz y critica demasiado todo lo que haces? 

Es necesario no tolerar el abuso, porque cuanto más tiempo pases en una relación tóxica, más te arriesgas a acostumbrarte y a aceptar un trato peor del que te mereces. 

Y, en algunos casos, tu propia felicidad puede irse apagando, ahogándose lentamente hasta la muerte. Esto ocurre cuando, en el fondo, te gusta esa persona tóxica, y te sientes avergonzado de tener una vida mejor que ella, de tener más felicidad que ella. 

Antes de que veamos específicamente qué hacer con la gente tóxica, necesitamos entender cómo el apego es un enemigo de tu felicidad.

La dificultad de avanzar está relacionada con nuestro apego al pasado. 

Hay diferentes razones para tener apego. Por ejemplo, si ya no estás con un ser querido, puedes creer que no es correcto sentir felicidad en este momento. Por eso se critica a algunas personas cuando, al final de una relación sentimental, tardan muy poco tiempo en tener una nueva pareja. Se espera socialmente que, después de alguna ruptura o pérdida, hay un momento de retiro y recomposición. 

El problema es cuando ese momento dura más de lo que sería saludable. Aquí es donde entra en juego el apego. El apego al pasado hace muy difícil para muchas personas seguir adelante con su vida.

Muchos prefieren vivir en la infelicidad antes que disgustar a la sociedad. Si este es tu caso, si te sientes culpable por ser feliz, podría tener relación con las historias que te cuentas en tu cabeza. 

Puedes no ser feliz por el sentimiento de culpa. La culpa te hace pensar que no eres digno de felicidad.

Hay una creencia limitante irracional que nos hace sentir una enorme culpa y vergüenza por ser felices. Esta creencia determina que está mal ser feliz mientras otras personas están sufriendo. Y una persona tóxica a menudo te condena por ser feliz mientras ella está sufriendo.

Ya sea por una creencia limitante interna o por una condena proveniente de una persona tóxica, creemos que no merecemos la felicidad. Sentimos una culpa inexplicable.

Cuando notamos diferencias entre nuestro nivel de felicidad y el de otras personas, podemos interpretar esta diferencia como si fuera una injusticia. Si esta diferencia nos causa molestias, tenemos básicamente dos opciones para resolver este desequilibrio. 

Podemos intentar mejorar la vida de los demás. O podemos empeorar nuestra propia vida. 

Expliquemos cada una de estas opciones.

¿Qué es intentar mejorar la vida de los demás? Podemos hacer todo lo posible para contribuir a mejorar la vida de los demás, haciendo un buen trabajo, contribuyendo a las causas sociales y utilizando la compasión, la empatía, la paciencia, la comunicación, la acción y la solidaridad. 

Esto es hacer nuestra parte, dentro del límite razonable, intentando elevar la vida del prójimo.

Y… ¿Qué es empeorar nuestra vida? Es lidiar con esa disonancia, con la incomodidad de darme cuenta de la diferencia entre el nivel de felicidad en mi vida y la vida de la otra persona… y luego saboteando mi propia vida, ahogando mi felicidad. 

Así, sin felicidad, me acerco al dolor de los demás, martirizándome. Sin embargo, mi sufrimiento y mi infelicidad no aportan ninguna mejora en la vida del otro. El sacrificio por sí solo no vale nada, es una automutilación. Esta es una elección irracional que nos nivela al reducir nuestra felicidad.

A la otra persona no le importa si has sacrificado tu felicidad. No mejora su vida. Si es alguien que quiere tu bien, esa persona probablemente quiere que seas feliz. 

Pero las cosas no siempre son tan sencillas, porque si estás tratando con personas tóxicas, estas sentirán cierto placer al ver que ahora tú también estás sufriendo y estás exhibiendo menos felicidad.

Felicidad - Seiiti Arata, Arata Academy

Estar cerca de personas tóxicas reduce nuestra felicidad.

Imagina que estás pasando por un momento difícil y estás triste. Ahora, piensa en alguien que amas, y esa persona se ha dado cuenta de tu tristeza… …y también se pone triste por compasión. 

¿Cómo te sentirías? Probablemente no es lo que quieres para ella. Si amas a esa persona, quieres que sea feliz. 

Ya es desagradable estar triste. Es aún peor saber que otras personas se entristecen por nuestra tristeza. Normalmente no deseamos la infelicidad a los demás, y mucho menos a la gente que amamos.

Sin embargo, hay personas tóxicas que te desearán infelicidad. La persona tóxica estará celosa y odiosa de tu felicidad, por lo que querrá verte caer. No siempre lo hace a propósito, a veces su influencia negativa ocurre sin querer, sin planearlo. A menudo es sólo un extraño sentimiento de compañía, de la persona que no quiere estar sola en esa tristeza.

Así que tenemos que tener mucho cuidado de no dejar que la infelicidad de estas personas contamine nuestros niveles de felicidad.

Nuestra compasión debería motivarnos. Hay virtud en dar lo mejor posible para elevar la calidad de vida de los que nos rodean. Pero debemos tener cuidado de no cometer el error de pensar que es nuestro deber empeorar nuestra vida para hacer felices a los demás.

Puedes tener compasión sin tener que sacrificar tu felicidad.

Si la otra persona se alegra con nuestro dolor, es una muy mala señal. Es necesario tener claro qué tipo de relación tenemos y qué sacrificios estamos haciendo.

Puedes aprender a sentirte feliz incluso si la gente que te rodea no es feliz.

Aquellos que no pueden ser felices por sí mismos pueden estar sufriendo de codependencia, pueden estar más enfocados en los demás que en sí mismos. 

Si realmente quieres tener un impacto positivo en la vida de los demás, piensa: si una persona está triste, ¿eres más capaz de ayudar a esa persona estando feliz o estando triste también? 

Antes de querer ayudar a los demás, tienes que cuidarte a ti mismo. Si estás en un estado emocional frágil, será más difícil contribuir a la vida de los demás.

Para tratar con una persona tóxica, conoce el límite que te separa de la otra persona. 

Entiende también que aunque tu hagas lo mejor que puedas, la otra persona puede seguir siendo infeliz. Cuando se ha hecho todo, hay que entender que nunca podrás salvar a la otra persona, cambiarla.

Las emociones del otro son responsabilidad del otro. Entiende este límite entre quién eres tú, y quién es el otro. Esto no es egoísmo, sino la clave principal para deshacerse de la codependencia a las personas negativas. 

Si confundes la línea entre tú y la otra persona, puedes pensar que necesitas estar triste cuando la otra persona está triste. Piensas que necesitas sentir odio cuando la otra persona está sintiendo odio. Nada podría estar más equivocado que eso. Eres una persona. La otra persona, es otra persona.

Primero aprende a ser feliz solo. Esto no sólo te ayudará a ti, sino a todos los que te rodean. Primero, cuida tu desarrollo personal. Sé un individuo saludable. Después de ser un individuo sano, tienes más posibilidades de tener relaciones sanas.

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Tenemos muchas creencias negativas sobre la felicidad.

Acabamos de explicar los problemas de creer que no mereces la felicidad o de creer que debes ahogar tu propia felicidad para ayudar a los demás. Estos son sólo algunos ejemplos de creencias limitantes que hacen que la convivencia con personas tóxicas sea aún peor. 

Si asocias la felicidad con algo no deseado, es muy probable que te resulte difícil ser feliz. Te voy a dar dos ejemplos comunes más de creencias negativas sobre la felicidad.

Algunas personas creen que es importante estar insatisfechos para tener la motivación de buscar mejoras en la vida. Estas personas piensan que ser feliz puede hacer que una persona sea perezosa, no tenga motivación porque, si ya son felices, no es necesario trabajar duro para conseguir algo. 

Esta es una mala interpretación del famoso mensaje de Steve Jobs de que debemos mantenernos hambrientos (“stay hungry”), es decir, no conformarnos rápidamente.

La felicidad no nos hace perezosos. Al contrario, la felicidad nos hace más productivos y más exitosos. Es más probable que seamos creativos cuando somos felices.

Otra creencia negativa es la que asocia la felicidad con una persona tonta, alienada de lo que pasa en el mundo, que sigue sonriendo a todo y a todos. 

El hecho de que te sientas feliz no te hace ajeno al sufrimiento de los demás ni a los problemas del mundo. Al contrario. Cuando estás feliz, tienes muchas más posibilidades de ayudar que cuando te sientes triste, enfadado o fuera de control.

Puedes negarte a contaminarte de la persona tóxica. No aceptes las provocaciones.

No puedes controlar el comportamiento de la persona tóxica, pero puedes controlar tu respuesta a sus provocaciones. Es fundamental aprender a observar cuando tu ego está dañando tu toma de decisiones.

Por ejemplo, imagina que una persona tóxica que vive contigo es infeliz en el trabajo. Te pide consejo sobre cómo conseguir un mejor trabajo. Animas a esta persona a distribuir currículos y a participar en eventos para ampliar su red de contactos. Y luego ella te dice que tu idea es tonta, que odia participar en eventos para conseguir contactos y que le parece repugnante tener que seguir obligándose a conocer gente por su interés en un puesto de trabajo.

Fíjate en este ejemplo cómo crece tu sentimiento de ira. Esta ira proviene del ego, que se ha sentido ofendido. El ego te dice que tienes que probar que tu idea es buena, porque tú mismo siempre participas en eventos para ampliar tu red de contactos para mejorar tus resultados profesionales. 

El ego se siente criticado y necesita demostrar que tú tienes razón y la otra persona está equivocada.

Tú puedes simplemente observar todas esas emociones que van surgiendo en ti y darte cuenta de que la persona tóxica sólo tiene una opinión diferente a la tuya. Esto te permite mantener la calma y tal vez cambiar de tema o alejarte.

Sigamos con el ejemplo. Imagina que, después de unos días, la persona tóxica te cuenta con entusiasmo que ha ido a un congreso en su zona, y allí se encontró con representantes de otra empresa y le han hecho una entrevista. Y está súper feliz porque su amigo William le sugirió ir al congreso.

En ese momento, el ego se enfada de nuevo, sientes ira, y quieres restregarle en la cara que antes de que William le diera la gran idea de ir al congreso, tú mismo ya habías sugerido hacer networking, y esta persona tóxica criticó tu idea. El ego se siente rechazado, como si las ideas que viniesen de ti no tuvieran valor.  

Al solamente observar estas voces del ego que están deseando una confrontación, puedes decidir con mayor tranquilidad y conciencia. 

¿Realmente quieres tener un conflicto? Incluso si quieres recordarle a la persona la conversación en la que le diste la sugerencia primero, tendrás la capacidad de expresarte con mucha más calma. 

Así, aprender a observarte a ti mismo es una clave esencial para negarte a contaminarte en tus relaciones.

Nuestra toma de decisiones a menudo se basa en creencias limitantes. Si empiezas a creer que necesitas ahogar tu propia felicidad con compasión, hay varias hipótesis erróneas que deben ser corregidas. Algunas de estas creencias limitantes provienen de personas tóxicas que quieren acabar contigo. Tal vez ni siquiera sean conscientes de que están afectando a tu bienestar.

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Una parte importante de la dinámica de vivir con personas tóxicas es saber cuáles son los límites entre quién eres y quién es la otra persona. Puedes recibir todo tipo de provocación. Sencillamente no las aceptes. Mantén tu ego bajo control para no ofenderte fácilmente. Una forma de hacerlo es aumentar tu nivel de consciencia y atención, y lo haremos juntos en el curso Felicidad.