¡Hola! Seiiti Arata. Si notas que el tiempo está pasando demasiado rápido, existe una explicación para ello. Vamos a evaluar los síntomas para saber si realmente es tu caso.
Un síntoma es creer que los pequeños de tu familia han crecido muy rápido, o que tus amigos han envejecido de repente. Otro síntoma de que el tiempo está pasando muy rápido (bajo tu percepción) es la impresión de que todo el mundo está loco, que la sociedad se está comportando de una forma diferente a la que estabas acostumbrado. Y el peor síntoma es sentir que no tienes tiempo para nada, que no puedes hacer todo lo que querías hacer.
En fin, creer que el tiempo está pasando muy rápido es vivir con la sensación de que no estamos aprovechando la vida y eso reduce nuestros niveles de felicidad.
Claro que esto es sólo una percepción subjetiva. Al final, objetivamente, el día sigue teniendo veinticuatro horas, cada una de esas horas sigue teniendo sesenta minutos y cada minuto dura los mismos sesenta segundos.
El tiempo sigue pasando a la misma velocidad de siempre. Lo que cambia es nuestra percepción del tiempo, la forma en la que nuestra mente interpreta el paso del tiempo.
La buena noticia es que los cambios subjetivos dependen de ti, el SUJETO. Si tu percepción del paso del tiempo ha cambiado a peor, tienes todos los recursos necesarios para que el paso del tiempo cambie a mejor.
Sí, puedes cambiar para tener la buena sensación de que el tiempo está pasando más despacio.
Tu edad cambia la forma en la que percibes el paso del tiempo.
Cuando eras pequeño, el año parecía que duraba una eternidad. Pero ahora que tienes veinte, treinta o cuarenta años, debes de tener la sensación de que los años pasan cada vez más rápido.
Como esta es una sensación que han experimentado muchas personas, los científicos han decidido estudiar sobre el tema. En la década de 1970, el doctor Robert Lemlich creó una teoría llamada Aceleración Subjetiva del Tiempo con la Edad que explica porqué tenemos esa sensación.
La teoría dice que la duración percibida del tiempo disminuye en la proporción matemática de cuánto tiempo hemos vivido.
Por ejemplo, para un niño de cuatro años, el intervalo de un año supone el veinticinco por ciento de su vida. Por eso, a un niño, el tiempo entre una fiesta de cumpleaños y otra le parece una eternidad (sobre todo si el niño espera que le regalen un juguete).
Pero para un adulto de cuarenta años, el mismo intervalo de tiempo representa tan sólo el dos con cinco por ciento de su vida. Por eso al adulto le parece que su cumpleaños llega cada vez más rápido.
Por desgracia no hay mucho que puedas hacer al respecto. En realidad, cuantos más años tengas, el intervalo de un año va a representar una fracción cada vez menor de tu vida. Es decir, la tendencia es a empeorar si sólo consideramos la edad como el factor determinante para la percepción del tiempo.
Lo bueno es que hay otros factores que influyen en la forma en la que percibes el tiempo. Y, a diferencia de la edad, tienes el poder para alterar esos factores y hacer que el tiempo pase más despacio.
Cuanto más repetitiva sea tu rutina, más rápido se te pasará el tiempo.
La proporción que tiene un año en la vida de un niño no es el único factor que influye en la forma en la que ve el tiempo, que es diferente a la de los adultos.
Cuando eres un niño, estás intentando entender cómo funciona el mundo. Cada día es una oportunidad para descubrir cosas nuevas. Estás haciendo cosas nuevas por primera vez: la primera vez que entras en una piscina, la primera vez que montas en bicicleta, la primera vez que escribes una palabra…
El cerebro humano procesa información rutinaria rápidamente, pero cuando llega información nueva por primera vez, el cerebro tarda más en organizar y procesar esa novedad.
Cada vez que haces algo nuevo, tu cerebro está registrando con atención esa nueva experiencia. Un niño probablemente registre con atención muchos más recuerdos en un mes que un adulto que sigue una rutina durante un año. Esto explica por qué el niño percibe el tiempo de una forma muy diferente a un adulto.
Tú mismo lo puedes comprobar. Tu cerebro recuerda la primera vez que hiciste algo importante, pero probablemente te hayas olvidado de algo común que hiciste ayer.
La primera vez que montaste en bici fue algo nuevo, por lo que se quedó registrado en tu cerebro. Pero lo que comiste ayer por enésima vez en el descanso del trabajo es sólo un dato corriente que el cerebro ya ni siquiera registra.
Cuando tu cerebro ya ha registrado todo lo que ocurre repetidas veces en tu rutina, tu percepción del tiempo cambia. Las cosas parecen pasar más rápido, ya que repites las mismas rutinas todos los días: te preparas de la misma forma para ir al trabajo, haces el mismo camino, comes las mismas comidas, repites las mismas tareas… hasta la forma de huir de la rutina es siempre la misma: ver series parecidas, leer libros del mismo género, mirar a las mismas personas en las mismas redes sociales.
Incluye novedades en tu rutina y observa cómo el tiempo pasa más lento.
El neurocientífico David Eagleman sugiere que puedes cambiar tu percepción del tiempo y hacer que pase más lento simplemente incluyendo novedades en tu rutina.
Tu edad no importa. Si empiezas a incluir cosas nuevas en tu día a día intencionalmente, tu cerebro va a registrar esas novedades con atención, de forma parecida a como lo hacía cuando eras pequeño. Así, va a parecer que el tiempo pasa más despacio.
Estas novedades no tienen que ser exóticas o caras como viajar al extranejero, saltar en paracaídas o comprar un coche nuevo. Acciones simples como leer sobre un tema diferente o probar una receta nueva pueden interferir con tus circuitos neuronales y hacer que tu cerebro esté atento a las novedades.
Por lo tanto, si quieres hacer que el tiempo pase más despacio, ponte en situaciones nuevas a propósito. En situaciones que requieran que tu cerebro esté atento y registre nuevos recuerdos.
Para ello, una de las primeras cosas que puedes hacer es cambiar la forma en la que usas la tecnología, sobre todo tu móvil.
La tecnología ha hecho que tu vida sea más fácil, pero ha cambiado nuestra percepción del tiempo a peor.
En el libro En Defensa de la Iluminación, Steven Pinker muestra con datos y hechos cómo la tecnología ha creado tiempo libre en los últimos años. Imagina el tiempo que antes se destinaba a lavar la ropa a mano, hacer la comida, lavar los platos, coger un caballo e ir al trabajo y luego tener que ir al mercado para comprar alimentos que se estropeaban en poco tiempo sin una nevera.
Esto sin hablar de que el avance del conocimiento también nos permite vivir mucho más. Si antes la gente vivía de media cuarenta años, la esperanza de vida hoy en día está en los ochenta años en muchos países.
Por eso es fácil concluir que el avance de la tecnología ha creado mucho tiempo libre y, además, ha añadido algunos años de vida para disfrutar ese tiempo libre. Pero, ¿adónde ha ido a parar todo ese tiempo? ¿Tiene sentido decir que antiguamente el tiempo parecía pasar más despacio?
De la misma forma que la tecnología ha acelerado nuestra capacidad de hacer varias cosas, también ha acelerado la cantidad de exigencias que tenemos. En el móvil recibimos constantemente noticias que nos provocan dolor, mensajes que nos piden hacer más cosas, órdenes de nuestros jefes y clientes dándonos más trabajo.
Puedes desacelerar tu percepción del tiempo si empiezas a usar la tecnología de una forma más inteligente. Si tienes la costumbre de mirar el móvil todo el tiempo, entrando siempre en las mismas aplicaciones, grupos de mensajes y redes sociales, estás actuando en piloto automático y tu cerebro ni siquiera va a registrar esos recuerdos.
Para salir de ese ciclo, prueba a incluir una novedad también relacionada con el móvil, dejando de usar siempre las mismas aplicaciones, redes sociales o grupos de mensajes. Un consejo es revisar una a una cada aplicación que usas, cada grupo de mensajes en los que participas, cada canal al que te suscribes y preguntarte: ¿usar esta aplicación, grupo o suscripción, me está ayudando a ser más feliz?
Si la respuesta es no, prueba a dejarlas de lado. Prueba a estar sin ellas un tiempo. Desinstala la aplicación, sal del grupo, cancela tu suscripción. Cuantas menos notificaciones recibas, menor será la impresión de que el tiempo está pasando demasiado rápido, y por fin podrás usar el tiempo libre que ha creado la tecnología para dedicarte a actividades que aumenten tus niveles de felicidad.
Registrar tu propio desarrollo hace que el tiempo usado valga la pena.
Cuando estás atrapado en una rutina en la que haces siempre lo mismo, puedes tener la sensación de que la vida está pasando sin que el tiempo empleado valga la pena.
Para eliminar esa sensación tan mala, debes registrar tu propio desarrollo en dirección a tus grandes objetivos.
¿Sabes ese tiempo libre que ganas al usar la tecnología de una forma más consciente? Usa ese tiempo para hacer progresos hacia tus objetivos personales y, sobre todo, recuerda registrar tu progreso.
Si tienes metas inspiradoras y escribes el progreso que vas haciendo hacia esas metas, podrás mirar atrás y ver que el tiempo invertido está valiendo la pena.
La sensación de estar progresando también aumenta tus niveles de felicidad y hace que tengas la sensación de estar viviendo más, como si el tiempo estuviese pasando más despacio o si estuviese siendo mejor aprovechado.
Obviamente el tiempo va a seguir pasando como siempre. Cada día tiene sus veinticuatro horas, cada hora tiene sesenta minutos y cada minuto, sesenta segundos. Pero si prestas atención a lo que está pasando, registrando tus progresos, incluyendo novedades en tu rutina y evitando ser absorbido por las necesidades de los demás, vas a mejorar tu percepción del tiempo y vas a ver que la vida pasa de una forma más lenta, tranquila y, sobre todo, feliz.
La forma en la que percibimos el tiempo se ve afectada por nuestra edad, por nuestra rutina y por el uso que hacemos de la tecnología, no para atender a las necesidades de los demás, sino para progresar en nuestros objetivos.
Si quieres hacer que el tiempo pase más lento, incluye novedades en tu rutina, usa la tecnología con intención y registra tu progreso hacia tus mayores objetivos personajes.
Con estos simples cambios, puedes aumentar tus niveles de felicidad. Pero también puedes usar otras técnicas científicamente probadas por la psicología positiva para tener una vida más feliz. Para descubrir estas técnicas, accede ahora mismo al curso Felicidad en el link https://arata.se/felicidad