Cuanto más controlador, más infeliz

¡Hola! Seiiti Arata. No te conozco personalmente, pero apuesto a que no te gusta que otras personas te intenten controlar. Entonces, ¿por qué intentas controlar a los demás? Recuerda la regla de oro: nunca hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Cuando intentas controlar a los demás, estás contribuyendo a tu propia infelicidad.

Quizá creas que solo los demás son controladores, y tú eres un ángel. Vamos a ser sinceros: Si eres el jefe, te gustaría que tus funcionarios se comportasen de forma diferente. Si eres un trabajador, te gustaría que tu jefe se comportase de forma diferente. Si estás casado o casada, en algún momento vas a tener una disputa por querer controlar el comportamiento de tu pareja. O controlar el comportamiento de tu hijo o hija. O controlar tus padres, vecinos, amigos, e incluso personas que no conoces.

Es común que en las redes sociales aparezcan mensajes como “se tiene que acabar esto”, “deja de hacer esto otro”, “quien haga esto está cancelado”.

Cuando decimos esto, en el fondo estamos diciendo que sería mejor si el mundo entero pensase y actuase de la misma forma que nosotros. Y esto, ¿qué significa? Es una señal de que existe una creencia de superioridad, de que la forma en la que veo las cosas es la forma correcta. Si todos se comportasen como yo quiero, seré feliz y, además, todo el mundo será feliz. Parece que soy dueño de la verdad, y los demás son idiotas por no estar de acuerdo conmigo.

Además de querer controlar a los demás, la mayoría de nosotros también quiere controlar los resultados. Queremos controlar los mínimos detalles de nuestro trabajo. Esto incluso tiene nombre: microgestión.

En la administración de negocios, la microgestión es un estilo de gestión por el que un jefe observa y controla de cerca el trabajo de sus trabajadores. La microgestión es negativa cuando muestra falta de libertad en el puesto de trabajo.

La cuestión es: ¿por qué tenemos un deseo tan fuerte de controlar el ambiente externo?

La búsqueda de control tiene que estar dosificada correctamente para que seamos proactivos, pero sin excedernos.

La tendencia a querer controlar personas y resultados tiene una explicación: es que esa ilusión de control te hace sentir mejor, tanto emocional como físicamente. 

Hasta cierto punto, el deseo de controlar a los demás y los resultados puede ser algo bueno. Quien tiene mayor deseo de control tiende a alcanzar objetivos más altos en la vida. Quieren conquistar resultados más grandes y, de hecho, acaban consiguiendo más

Tener algún control sobre tus acciones y resultados tiene un lado positivo. Por ejemplo, si controlas bien tus finanzas, o los alimentos que comes, o las tareas que haces, puedes alcanzar más fácilmente metas como obtener independencia financiera, ponerte en forma o ser más productivo.

Por otra parte, no podemos excedernos en esta búsqueda de control. Necesitamos darnos cuenta de que no podemos controlar a personas y resultados todo el tiempo. Tenemos que encontrar el punto ideal sobre cuánto control buscar. Ignorar los límites saludables de la búsqueda de control puede ser perjudicial para nuestros niveles de felicidad. 

Felicidad - Seiiti Arata, Arata Academy

Querer controlar a los demás es un plan inevitable para tu propia frustración.

A nadie le gusta sentirse controlado. El ser humano tiene un enorme deseo de autonomía y libertad. Esto significa que nos gusta estar al mando o, por lo menos, sentir que estamos al mando de nuestras propias acciones y de nuestro propio destino.

¿Cuál es la famosa forma de hacer que un niño te haga caso? Es darle las señales de que quieres que haga exactamente lo contrario. La psicología inversa tiene que ver con el deseo de demostrar que tenemos autonomía y podemos hacer algo que no se nos permite hacer.

La reactancia psicológica nos enseña que buscar el control sobre los demás no es una idea muy buena si quieres ser feliz. Cuando intentas controlar a los demás, van a reaccionar contra ti.

Mira por ejemplo tu intento de controlar a tu marido o mujer, pidiéndole que coma más sano. Esto puede tener un efecto contrario. Puede darse un consumo de alimentos no sanos tan solo para demostrarte que no les puedes dar órdenes, dejando muy claro que no les gusta ser controlados. Esta es una triste dinámica de rivalidad. 

El estrés de poder es la tendencia a enfadarte y frustrarte cuando los demás no se comportan como tú quieres. Básicamente, cuando necesitas poder y control sobre los demás, estás creando un plan inevitable para tener sentimientos negativos, para sentir rabia, frustración o decepción cuando los demás no se comportan como quieres.

Por mejores que sean tus intenciones, los demás nunca se van a comportar exactamente de la forma que quieres. Es más, ni siquiera tú mismo te vas a comportar de la forma que tu yo ideal cree que deberías comportarte.

La solución para no frustrarte con esto es sencillamente abandonar el apego al control. Puedes conversar, aconsejar e incluso, en algunos casos, exigir ciertos comportamientos tuyos y de los demás. Sin embargo, sé siempre consciente de que probablemente ese comportamiento no va a ocurrir como te esperas.

Distintos comportamientos te facilitan la toma de decisiones. 

Ser controlador empeora la calidad de decisiones que tomas. Tomamos nuestras mejores decisiones cuando somos expuestos a un conjunto diversificado de puntos de vista. Por eso es importante acercarse a personas de orígenes y habilidades variadas y que sepan comunicar diferentes opiniones. Así tienes acceso a diferentes puntos de vista y puedes utilizar el buen razonamiento para considerar y tomar decisiones conscientes.

Por eso también es importante tener cerca a personas que no tengan miedo de no estar de acuerdo contigo, que no tengan miedo de expresar una sincera opinión independiente. 

Cuando controlas demasiado a los demás, lo más probable es que sólo tengas cerca a personas que no te van a decir lo que piensan de verdad. Es decir, personas a las que no les importa ser controladas o que fingen estar siendo controladas. Son personas que sólo dicen que sí a la cara y te critican a tus espaldas. O son personas que sencillamente no tienen opinión porque no les importa o no les interesa opinar.

Cuando estás controlando demasiado, acabas alejando a los que tienen una mente independiente y que podrían enriquecer tu vida. Y te acercas únicamente a los que suelen estar de acuerdo contigo todo el tiempo. Esto significa que, cuando controlas demasiado, tu toma de decisiones es más pobre.

Piensa, por ejemplo, en una reunión familiar en la que todo el mundo se calla cuando el insoportable miembro de la familia se queda hablando solo de sus opiniones extremistas. A pesar de estar en desacuerdo o tener una opinión diferente, los demás creen que es más conveniente sencillamente callarse y dejar que el insoportable acabe su monólogo y les enseñe su verdad a los demás. ¿Cuál es el resultado? Este familiar tan molesto nunca va a evolucionar, y cada vez irá a peor.

Si tu deseo por tener el control es muy alto, te vuelves más supersticioso en situaciones estresantes.

Cuando tienes un gran deseo por el control y estás bajo estrés, es más probable que creas en supersticiones, por ejemplo, que dar golpecitos en madera evita la mala suerte. La superstición se usa como forma de compensar la falta de control. Las supersticiones hacen que la gente crea que tiene más control sobre una situación de lo que realmente tienen. Esto puede hacer que se sientan bien en ese momento, pero lleva a una peor toma de decisiones a largo plazo.

Felicidad - Seiiti Arata, Arata Academy

Querer tener un control excesivo sobre los resultados reduce tus niveles de felicidad.

Un estudio científico ha demostrado que las personas que necesitan control están más incómodas e infelices cuando el lugar en el que están está lleno de gente, en comparación con las personas con poco control.  [Fuente: ]

¿Por qué? Porque en un lugar así, concurrido, hace que estas personas con una alta necesidad de control sientan que la vida no está yendo según lo que les gustaría.

Cuanto más intentes controlar el mundo, más infeliz serás. Esto ocurre porque muchas cosas en la vida sencillamente no se pueden controlar. Puedes querer silencio para poder estudiar, pero hay una fiesta ruidosa en tu barrio. Cuando por fin cambias de idea y decides dejar de estudiar para ir a la fiesta, de repente empieza a llover. Dada la incertidumbre de la vida, es obvio que sólo vas a tener frustración si quisieses controlarlo todo.

Digamos que quieres pasar unas vacaciones en la playa para no enfrentarte a ningún problema y, además, quieres tener sol todos los días. O tener un trabajo específico en un sector específico localizado en una ciudad específica. O tener exactamente dos hijos, un niño y una niña. Las posibilidades de que todo ocurra tal como deseas son bajas, y hay elementos que están fuera de tu control.

Querer controlar excesivamente no te hace infeliz, porque es un plan garantizado para frustrarte, enfadarte, decepcionarte y quizá hasta deprimirte cuando la vida no salga según lo planeado.

Querer controlar los resultados que conseguimos en la vida puede ser bueno cuando lo hacemos de forma proactiva y asumimos la responsabilidad de nuestros resultados. Necesitamos conocernos a nosotros mismos y tener sabiduría para darnos cuenta de cuándo estamos excediéndonos en esa búsqueda de control. También tenemos que entender los límites de lo que está fuera de nuestro control y aprender a tener aceptación, respeto y consciencia.

Las personas que se sienten controladas pueden reaccionar, y esto puede provocar tristeza en nuestras relaciones. En otros casos, podemos estar rodeados de repente de personas falsas que fingen estar de acuerdo con nosotros delante nuestra, pero que nos desprecian a nuestras espaldas.

Si ya has sido criticado más de una vez por ser un tipo de persona controladora, te invito a que reflexiones sobre la forma en la que te comportas, a través de ejercicios prácticos y efectivos que tenemos en el curso Felicidad. Sólo tienes que visitar este link y haremos actividades juntos para que alcances un equilibrio entre el deseo de control saludable, y evitar excesos. Esto restaura la calidad de tus relaciones y te permite tener más paz de espíritu y felicidad. Todo es una cuestión de saber lidiar con la realidad con armonía.