¡Hola! Seiiti Arata. Tienes que aprender a perdonar. El recuerdo de esa persona que te hizo algo horrible en el pasado sigue perjudicándote. Por eso hace años que arrastras resentimiento y amargura… Pero si esa persona te hizo daño hasta el punto de que todavía no la has perdonado, voy a decirte una cosa que tienes que escuchar: eres tú quien merece perdonar a esa persona. Espera, ya te explico. A lo mejor crees que la persona que te decepcionó no merece tu perdón. Pero yo estoy hablando de otra cosa: eres TÚ quien merece los beneficios de perdonar.
Perdonar es una de esas actitudes muy bonitas en teoría, pero que en la práctica es muy difícil de hacer. Todos queremos ser más buenos, compasivos, altruistas. Y creemos que el perdón siempre está asociado a todo eso. Y ahí está la raíz de la dificultad.
Si sientes dificultad en practicar el perdón altruista, prueba el perdón egoísta primero.
Si interpretas el perdón como algo altruista, como una práctica bondadosa, parece contradictorio querer ofrecerle bondad a quien nos hizo el mal.
En el fondo, puedes pensar que no es justo hacerle el bien a alguien que te hizo mal. Esa es una idea tan poderosa que fue una de las primeras en formar parte de un sistema primitivo de justicia, en la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. O sea, a causa del deseo de retribución y de revancha, parece que no es correcto perdonar un acto abusivo.
Sin embargo, sin perdonar corres el riesgo de estar siempre pensando en ese enfado del pasado.
En vez de pensar en el perdón como en una práctica altruista, te invito a cambiar tu forma de pensar. Altruismo es la palabra que describe cuando pones al otro en primer lugar. Si el rencor te hace sufrir, entonces primero necesitas lo contrario. En vez de poner al otro en primer lugar, ponte A TI en primer lugar. ¿Cómo se llama esto? Es egoísmo. Lo contrario del altruismo es el egoísmo.
Puedes empezar a practicar el perdón de manera egoísta. Quién sabe si más adelante podrás practicar también el altruismo cuando te sientas mejor.
El perdón egoísta no sirve para beneficiar a la otra persona, sino para mejorar tu propia calidad de vida. El perdón egoísta sirve para encontrar más felicidad en el día a día.
Vamos a ver cómo hacerlo analizando tres errores muy comunes sobre el acto de perdonar.
Si confundes el perdón con la reconciliación, tienes miedo de que la situación de abuso se repita.
El doctor Robert Enright es autor de varios libros sobre los efectos del perdón en nuestra mente. Estudió el perdón durante décadas y concluyó que las personas no perdonan por miedo a que la situación se repita.
Por ejemplo, imagina que un viejo amigo del colegio te ridiculizó en público. Teníais una buena amistad, pero esa actitud te hirió profundamente en ese momento.
Después de un tiempo, de tanto pensar sobre esa historia, empiezas a pensar que podrías perdonar a ese amigo, por los buenos tiempos que vivisteis juntos en vuestra infancia. Pero entonces empiezas a tener miedo de que pueda hacer lo mismo otra vez. Y como no quieres volver a ser ridiculizado en público, te resulta difícil perdonarle.
Esa situación es muy común. De los tres errores sobre el perdón, este es el más común: las personas no perdonan porque confunden el perdón con la reconciliación.
El perdón es una virtud que viene de dentro y que depende solo de ti. Básicamente, decides ser bueno con una persona que ha sido mala contigo. Ese sentimiento es causado por la empatía y la compasión hacia el otro, A PESAR de la ofensa.
Mientras que la reconciliación es cuando perdonas y das un un paso más allá. Decides confiar de nuevo en esa persona que te hizo daño. La reconciliación depende de las dos personas. No puedes reconciliarte con alguien que no quiere retomar la confianza.
Puedes decidir perdonar y reconciliarte con una persona, intentando restablecer la confianza que existía antes. O puedes decidir perdonar pero preferir no reconciliarte. Así, sigues con tu vida, libre de esa herida del pasado, pero sin exponerte otra vez al ofensor.
Perdonar no debe ser visto como una obligación. El perdón es una manera de liberarse de un pasado malo.
El segundo error sobre el perdón es ver el acto de perdonar como una obligación, como una carga, como un segundo sufrimiento.
Este error provoca incluso críticas a psicólogos que insisten en terapias que incluyen el perdón. Si miras los comentarios, tarde o temprano van a aparecer personas que no prestan atención hasta el final y que empiezan a quejarse “O sea, que además de haber sufrido abuso, ¿estás diciendo que tengo que perdonar?”
Fomentar el perdón es lo mismo que promover cualquier tratamiento de salud. Si alguien se rompe un brazo, el médico anima al paciente a curar la herida aunque el tratamiento sea incómodo. Nadie quiere pasarse semanas con el brazo inmovilizado, pero lo hacemos porque es la manera de curar el hueso roto.
De la misma manera, si alguien te rompió el corazón en el pasado, hay que curar esa herida. Y la mejor manera de curar heridas del pasado es el perdón. Aunque sea desagradable, sigues el tratamiento porque quieres curar esa herida psíquica.
El perdón es una manera de liberarse de un pasado malo. El perdón no va a cambiar el pasado. El hecho que te hizo daño continúa habiendo ocurrido. Lo que cambia es que consigues liberarte de la rabia, de la prisión de lo que pasó.
El perdón no puede cambiar el pasado. Pero puede suponer una gran mejora en tu futuro.
El tercer error sobre el acto de perdonar se centra en que el perdón no puede cambiar el pasado.
Por ejemplo, digamos que una persona te ha roto el móvil. Era un teléfono caro, que te había costado horas de trabajo. Y además tenía fotos y recuerdos que nunca vas a recuperar.
¿Deberías perdonar a esa persona? Puedes pensar que el perdón no es útil, ya que, aunque le perdones, no vas a recuperar tu teléfono.
Este error puede ser resuelto con una simple elección. Dime sinceramente qué prefieres:
1) Vivir el resto de tu vida sin recuperar ese teléfono con los recuerdos que tenía y además convivir con el enfado hacia esa persona que te rompióel móvil. Y permitir que esa rabia interfiera en tu vida.
2) Vivir el resto de tu vida sin recuperar el teléfono con los recuerdos que tenía, pero libre de esa rabia que interfería en tu vida y en las personas de tu alrededor.
¿Qué opción elegirías? En ambos casos vas a seguir sin tu teléfono. No se puede cambiar el pasado. Pero la segunda opción permite que tengas un futuro mejor.
Has visto tres equivocaciones que pueden estar estorbándote a la hora de perdonar: (1) confundir el perdón con la reconciliación, (2) ver el perdón como una obligación y (3) pensar que el perdón no vale la pena porque no puede cambiar el pasado. Ahora que te has librado de esos errores, vas a poder practicar el perdón de manera más efectiva.
El perdón no es una debilidad. Al contrario, el acto de perdonar es tan difícil que solo pueden hacerlo las personas más fuertes. Y quienes lo consiguen acaban aumentando los niveles de felicidad en su vida. Y cuando tú perdonas, eres la primera persona en recibir los beneficios.
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