¿Eres una persona amargada?

¡Hola! Seiiti Arata. Éranse una vez dos monjes que se disponían a cruzar un río. De repente, una muchacha se les acercó.

Los monjes habían hecho el juramento de que nunca tocarían el cuerpo de una mujer. Pero la muchacha quería cruzar el río sin mojarse, por lo que pidió ayuda a los monjes.

Primero le pidió ayuda al monje más joven. Él apartó la mirada y cruzó el río solo.

Después, ella le pidió ayuda al monje mayor. El monje subió a la mujer a sus hombros y cruzó el río cargando con ella.

Cuando el monje más joven vio lo que pasaba, se indignó. La mujer se fue y los monjes siguieron caminando durante horas. El más joven se pasó horas frunciendo el ceño, mientras que el mayor tenía la misma expresión de calma que antes.

Cuando llegaron a su destino, el monje más joven expresó su amargura en voz alta. “¡Sabes que los monjes no pueden tocar a las mujeres! ¿Por qué cargaste con la chica para cruzar el río?”

El monje mayor respondió con tranquilidad: “En ese momento, era más importante ayudar a otra persona sin tener prejuicios que no tocar a una mujer. Pero yo dejé a la mujer hace más de tres horas a la orilla del río. ¿Por qué tú sigues cargando con ella?”

¿Qué te parece esta metáfora? ¿Qué te enseña sobre ser una persona amargada? Recuerda esta historia porque dentro de poco nos será útil para ver cómo lidias con tu bienestar emocional.

Cargar con la amargura más tiempo del necesario te hace infeliz.

Nos gusta pensar que, si hacemos las cosas bien, seremos recompensados con cosas buenas. Y nos gusta pensar que las personas que hacen cosas malas recibirán el castigo que merecen.

Pero la vida no funciona así. No hay un tribunal que recompense las buenas acciones y castigue las malas acciones en cuanto ocurren.

En el fondo, sabemos que la vida no es justa. Aún así, nos amargamos cuando sufrimos injusticias.

Por ejemplo: Cuando hacemos un trabajo difícil y vemos que el jefe sólo nos da la enhorabuena. Cuando damos lo mejor de nosotros, pero no conseguimos cumplir una meta. Cuando tratamos bien a alguien y esa persona nos trata mal. 

Siempre que ocurren este tipo de cosas, nuestro instinto es fruncir el ceño o incluso enfadarnos. A veces dura poco tiempo. En otros casos, cargamos con esa amargura durante días, meses o años.

Pero piénsalo bien… esa amargura sólo perjudica a una persona: a ti mismo. Hace que te quedes en el pasado. Eres tú quien se queda con la mente alterada. Recuerda la metáfora de los monjes y el río. Al igual que en esa historia, eres tú quien sigue “cargando con la chica” mientras que todos los demás han dejado a esa mujer en la orilla del río y han seguido con sus vidas sin ese peso en la espalda.

Es normal estar molesto cuando ocurre alguna injusticia. No luches contra ese sentimiento. Pero aprende a dejar la amargura rápido. Voy a darte un consejo práctico: Centra tu mente en el momento presente.

Felicidad - Seiiti Arata, Arata Academy

Cuando centras tu atención en el momento presente, liberas tu mente de las amarguras del pasado.

Las cosas en las que te centras influyen en tu felicidad. Si tu mente está atada a un hecho horrible del pasado, le sigue dando vueltas a esa sensación mala, lo que reduce tu nivel de felicidad.

Por otro lado, si tu mente se centra en el presente, es probable que no encuentre sufrimiento.

El sufrimiento creado por nuestra cabeza aparece cuando deseamos que el pasado fuese diferente, o que el futuro sea de una manera específica.

Cuando la mente se centra en el momento presente, este tipo de sufrimiento desaparece. Y la amargura también se va.

Parece fácil dicho así. Pero los que ya han intentado centrar su mente en una única cosa saben lo difícil que es. Empezamos bien, intentando mantener el enfoque. Pero luego la mente vuelve al pasado, dándole vueltas a los sentimientos negativos.

Cuando veas que te está pasando esto, no te frustres, porque la frustración de no poder mantener el enfoque sólo crea más sentimientos negativos. Simplemente respira y trae tu mente de vuelta al presente, centrándote en lo que estás haciendo, con atención plena.

La respiración es siempre una buena ancla para devolver tu mente al presente. Sólo tienes que prestar atención al aire que entra y sale de tu nariz. Mientras te centras en la respiración, desconecta de lo que pasó hace días, meses o años. Y trae tu pensamiento a lo que estás haciendo ahora.

Practica el desapego de la amargura. Haz las paces con lo que ocurrió en el pasado para liberar tu mente.

El gran problema de la amargura es que hace que tu mente se quede atrapada en el pasado. Se queda allí, dándole vueltas a lo que pasó, juzgando hechos y personas, deseando que las cosas hubiesen ocurrido de otra forma.

Mientras tu mente esté atrapada en el pasado, vas a sufrir. Y es probable que seas el único que le sigue dando vueltas a un hecho. Los demás involucrados ya han seguido con sus vidas y, quizá, con sus propias amarguras.

Lo mejor que puedes hacer por tu felicidad es dejar ir la amargura. Haz las paces con lo que ocurrió en el pasado. Recuerda que la vida no es justa. No puedes hacer nada para cambiar lo que ya ha pasado.

Aunque no quieras perdonar a las PERSONAS que cometieron una injusticia, haz el esfuerzo de olvidar la SITUACIÓN injusta, y sigue adelante.

Un consejo práctico para saber si te has liberado del pasado es ver cuántas veces vuelve tu mente a ese momento. Si vuelves a tener las mismas conversaciones en tu mente o revives lo ocurrido, significa que todavía no has dejado el pasado atrás.

En el caso de un evento traumático, recurre a un profesional de salud mental. Un buen terapeuta puede tener un gran impacto en el proceso de superación de abusos.

Pero, en la mayoría de los casos, nuestra mente le da vueltas a eventos pequeños, como la falta de reconocimiento en el trabajo, la falta de agradecimiento de un amigo, los celos de un compañero o un malentendido del día a día.

Cuando esos pequeños episodios van dominando tu mente y se acumulan, puedes convertirte en una persona amargada. Eso no cambia el pasado, ni castiga a las personas que te han hecho daño. La amargura sólo te hace daño a ti.

No tienes porqué cargar con el peso de algo que ocurrió en el pasado. Cargar con la amargura durante mucho tiempo sólo te hace mal a ti y perjudica tu nivel de felicidad.

La mejor forma de no ser una persona amargada es centrar tu mente en el momento presente. Deja de querer cambiar el pasado. Aprende a perdonar, a dejar ir, y a seguir con tu vida, incluso cuando sientas que la vida es injusta.

Haciendo esto, puedes aumentar mucho tu nivel de felicidad. Sobre todo si combinas este tipo de enfoque en el presente con otras técnicas probadas por la psicología positiva. Si quieres ser una persona menos amargada y más feliz, te invito a ver una clase especial del curso Felicidad. Puedes visitar el enlace https://arata.se/felicidad para ver más detalles.