¡Hola! Seiiti Arata. Necesitas liberarte de la imagen de ti mismo que has construido en tu cabeza. Esta autoimagen es como una historia que creas sobre ti mismo, construyendo un personaje que te confunde a ti y a las demás personas que te rodean.
El problema con este personaje es cuando se convierte en una identidad fija, en una lista fija de cualidades y defectos, de gustos y disgustos. Esta identidad llena de etiquetas podría usarse para definir quiénes somos. Es como si fuera una proyección de la persona que somos o nos gustaría ser.
Algunas personas confunden este autoetiquetado con el autoconocimiento. ¡Cuidado! Son dos cosas muy distintas. El autoconocimiento nos ayuda a afrontar los desafíos del día a día. Sin embargo, el autoetiquetado se interpone mucho en nuestras vidas, especialmente cuando nosotros mismos nos tomamos muy en serio nuestras propias etiquetas. Esta imagen propia se convierte en un personaje del ego que requiere una narrativa coherente que acaba convirtiéndose en una prisión.
Necesitas liberarte de ti mismo. Haz lo que realmente quieras hacer. No te limites a la imagen de ti mismo.
Cuando dejas ir el apego hacia la autoimagen, te centras en la acción del ahora. Así es como empiezas a construir tu verdadera personalidad.
¿Qué es la autoimagen? ¿Es la forma como nos ven otras personas? Piensa, por ejemplo, si te cuentas a ti mismo la historia de que eres una persona sana, productiva y que se preocupa por el medio ambiente. En este ejemplo, deseas que los demás te vean de acuerdo a esta lista fija de características.
Solo que esta historia no significa nada si NO ACTÚAS para ser una persona saludable, productiva o que se preocupa por el medio ambiente. Tus ideas, pensamientos e intenciones valen muy poco si no pones en práctica ninguno de ellos. La forma en que los demás te ven depende mucho más de tus acciones que de las historias que creas en tu cabeza sobre ti.
Por lo tanto, deja de lado esas historias que solo existen en tu mente. Así es como te vuelves libre para construir a través de tus acciones lo que realmente es tu personalidad. Esta es una construcción diaria, cambiante, de acuerdo con la propia naturaleza dinámica de la vida. No es una lista fija de etiquetas que tú mismo te impones.
Te daré otro ejemplo para que quede más claro. Imagínate a alguien que se cuenta a sí mismo la historia de que es una persona sana. Esta persona tiene una imagen propia de alguien que come bien, practica deporte y descansa lo suficiente. Esta persona incluso come bien de vez en cuando, está inscrita en un gimnasio y se va a dormir temprano. Y, además, le encanta publicar en las redes sociales y decirle a los demás cuando hace cualquiera de esas cosas.
Pero en la vida real, en la práctica, la cantidad de veces que esa persona come mal es mayor que la cantidad de comidas saludables. La cantidad de veces que no va al gimnasio es mayor que la cantidad de veces que va. La cantidad de veces que se queda acostada en la cama viendo la televisión hasta tarde es mucho mayor que la cantidad de veces que realmente se duerme temprano.
Es decir, a pesar de crear la historia de verse a uno mismo como una persona sana, en realidad esto ocurre raras veces. Las acciones reales de esa persona construyen una personalidad que no es tan saludable como sugiere la historia mental. Existe una incoherencia entre la autoimagen y lo que realmente sucede en la práctica. Esta es la prisión que creamos nosotros mismos.
La imagen de uno mismo es un juicio constante que obstaculiza tu capacidad para actuar.
¿Te pasa que cuando estás a punto de hacer algo nuevo, aparece una voz en tu cabeza y te paraliza, recordándote «quién eres realmente»?
Tu autoimagen está constantemente mirando, criticando y juzgando todo lo que piensas hacer. Este exceso de juicio, a menudo nos lleva a una parálisis, lo que te impide actuar en el mundo real. La autoimagen puede atraparte en el mundo de las ideas.
Te das cuenta de que estás demasiado apegado a tu autoimagen cuando la manera de intentar descubrir quién eres realmente es sólo a través del análisis mental de tus cualidades y defectos. Ese análisis es una ilusión. Solo logras saber quién eres realmente cuando analizas tus propias acciones.
Por lo general, una persona que está muy bloqueada sufre este problema. Se toma muy en serio a sí misma. Estar apegado a ese ego, centrado en ti mismo, es la receta correcta para el sufrimiento. Creemos que este egocentrismo traerá conocimiento, pero el verdadero autoconocimiento llega cuando analizas objetivamente lo que estás haciendo en la práctica y en el presente.
Cuando te tomas demasiado en serio a ti mismo, piensas que debes seguir siempre el mismo guión para toda tu vida. El otro problema que aparece es tomarse a los demás muy en serio. Si siempre has sido de cierta manera, cuando te atrevas a cambiar un poco, la gente que te rodea se sorprenderá. Y, por miedo a lo que otras personas puedan pensar, tú también te limitas, y no haces lo que realmente quieres hacer. Por eso necesitas deshacerte de todas esas etiquetas que limitan tu capacidad de actuar.
Si has pasado treinta años de tu vida actuando de cierta manera, sin duda has ganado una característica determinada con esta acción constante. Pero si dejas de actuar de esa manera, esa misma característica desaparecerá. Ésta es la naturaleza dinámica de la vida, que no encaja en la prisión de una autoimagen.
La prisión de la autoimagen se rompe cuando te deshaces del yo idealizado.
No eres la historieta de ese yo idealizado que creas en tu mente. En cambio, eres lo que haces. Cada decisión que tomas es como un voto que colocas en las urnas de la personalidad que quieres crear.
Este enfoque en la toma de decisiones es liberador. No importa cuáles sean tus planes para el futuro, y mucho menos lo que hayas hecho en el pasado. Lo único que importa para construir tu personalidad es tu próxima decisión, tu próxima acción. Por eso, cada momento de tu vida es una posibilidad de elección, es una nueva oportunidad para acercarte más a la persona que quieres ser.
Esta nueva oportunidad se desperdicia cuando te preocupas demasiado por la imagen de ti mismo o de lo que los demás pensarán de ti. Te das cuenta de que estás muy apegado a tu historia mental cuando, ante un momento de toma de decisiones, acabas paralizado, atrapado en el mundo mental de los pensamientos que has creado sobre ti mismo. Esta es la prisión de las etiquetas de la que debes liberarte. Esta prisión te impide actuar.
La falta de acción es muy común en quienes intentan encajar en este yo idealizado. Por lo tanto, evita verte como un personaje fijo, con una lista definida de características, preferencias, defectos y virtudes. En lugar de eso, libérate de tu ego. Tienes total libertad para actuar en cualquier momento de la forma que mejor te vaya.
Guía tus acciones de acuerdo con tus valores personales para mejorar tu toma de decisiones.
Entonces, ahora que ya has entendido por qué necesitas liberarte de ti mismo, la pregunta es CÓMO hacerlo, en la práctica. Y la mejor manera de hacerlo es dándote cuenta de cuando estás en el mundo de las ideas para poder llevar tus acciones de vuelta al mundo real. Tus pensamientos no forman quién eres. Tus acciones sí forman quién eres. Es por eso que, siempre que te encuentres pensando algo como «Debería hacer esto… » o «Soy así… «, trata de salir de ese mundo mental y céntrate en actuar en el momento presente, con una atención plena y concentrada. Observa cómo pasan estos pensamientos, pero no te embarques en ellos.
Deja de pensar en quién deberías ser idealmente y empieza a actuar lo mejor que puedas en el momento presente. Cuando te liberas de la prisión de la autoimagen, te conviertes en una persona más real y auténtica que genera resultados en el mundo real.
Para escoger qué acción es la mejor para cada momento, sin quedarte atrapado en un yo idealizado, guia tus decisiones a través de una lista simple y dinámica de valores personales. Ten en cuenta cuáles son las cosas que más valoras en el momento y trata siempre de actuar de acuerdo a esta escala de valores.
Si bien la autoimagen tiende a ser un retrato fijo de ti mismo, la escala de lo que más valoras en el momento es algo que cambia con el tiempo, mucho más adaptado a la naturaleza dinámica de la vida misma.
Entonces, ante una situación concreta, piensa solo en lo mejor que puedes hacer ahora, considerando lo que valoras en el momento. Evita quedarte atrapado en lo que tu ego determina que deberías hacer o no deberías hacer.
Recuerda: En la práctica, tú eres lo que haces, y no lo que dices que deberías hacer.
No eres tu autoimagen, no eres una lista de características, no eres un personaje fijo que se presenta al mundo a través de una historia. Eres una secuencia de acciones.
Para mejorar quién eres, céntrate en tomar las mejores decisiones que puedas en el contexto actual, siguiendo tu escala de valores personales. Al vivir así, en el momento presente, con plena atención a lo que estás haciendo, te liberas de la prisión juzgadora de la autoimagen y dejas de vivir en un pasado que ya fue o en un futuro que nunca llega.
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