¡Hola! Seiiti Arata. Una vida acelerada es una vida infeliz. Vivimos en un mundo en el que la gente tiene mucha prisa. Todo el mundo corre de un lado para otro, distraído, intentando hacer un millón de cosas en el menor tiempo posible. Esa prisa acaba provocando problemas serios como ansiedad, déficit de atención y mucho estrés.
Si también formas parte del ajetreo y de las prisas, prueba a frenar un poco durante unos días, como experimento. Prueba a vivir sin prisas y observa si te aporta más beneficios que estar corriendo todo el día de un lado para otro.
En un mundo en el que todo el mundo corre, vivir sin prisa es una diferencia que puede hacerte destacar en tu profesión, mejorar tu salud y aumentar tus niveles de felicidad.
El mundo no necesita a más profesionales que lo hagan todo corriendo sin prestar atención a los detalles.
La mayor excusa que ponemos para vivir apresurados es decir que nos lo exige el mercado de trabajo actual. Decimos que las empresas lo quieren todo para ayer, que quieren más profesionales que resuelvan las cosas rápidamente, que no sólo exigen un alto rendimiento, sino un alto rendimiento a alta velocidad.
Y esto es verdad en muchos casos. Esta es la razón por la que el mercado de trabajo está lleno de profesionales que hacen muchas cosas muy rápido, pero con un bajo estándar de calidad, sin atender a los detalles, sin espacio para creatividad ni originalidad.
Por eso, si quieres destacar en el mercado, no seas uno de esos profesionales. Empieza a hacer una transición para ser un profesional diferente, que invierte más tiempo en entregar el producto final, pero que use ese tiempo extra con calidad. Y así conseguirá entregar un producto con una calidad tan superior,que hará que la espera valga la pena.
Es una transición difícil, pero no imposible. Puede que tengas que cambiar de empleo, de área de especialización o incluso tener que abrir tu propio negocio para hacer las cosas a tu tiempo.
La ventaja es que lo que es difícil en general trae una recompensa mayor. Profesionales que trabajan a toda velocidad pero con baja calidad los hay a montones. Como eso ya no es un diferencial, las empresas y los clientes no pagan más por algo común. Sin embargo, si consigues ser un profesional diferente, que hace las cosas sin prisa y con una calidad muy superior, es probable que empieces a ganar más dinero, por tener una habilidad única en el mercado.
Y el dinero no es la única ventaja. Vivir sin prisas también puede mejorar otro aspecto fundamental en tu vida: tu propia salud.
Vivir sin prisa es un fundamento indispensable para mejorar tu salud física y mental.
Hace más de treinta años, una famosa red americana de comida rápida consiguió inaugurar una de sus filiales en la Piazza di Spagna, una de las plazas más conocidas del centro histórico de Roma, en Italia. Hubo gente que se indignó con el símbolo de comida rápida e industrializada.
Entre esas personas, estaba el periodista italiano Carlo Petrini. Estaba tan indignado que consiguió hacer una serie de protestas contra la inauguración del restaurante. A partir de ese suceso, tuvo la idea de crear el movimiento Slow Food, para valorar la comida lenta, preparada con cuidado y degustada sin prisa.
Este tipo de comida da preferencia a alimentos naturales, hechos en casa y consumidos en raciones con familiares y amigos. Es lo contrario de la idea del fast food, de la comida rápida, industrializada y engullida mientras miramos el móvil o la tele.
El resultado es una alimentación mucho más saludable que la comida industrializada y los alimentos ultraprocesados. Además, podemos aprovechar mejor la compañía de familiares y amigos y fortalecer nuestras relaciones, para valorar también nuestra salud mental y emocional.
La idea del Slow food acabó extendiéndose a otras áreas, además de la alimentación, y se convirtió en el Slow Movement. En el libro Elogio de la lentitud, el Slow Movement se define como una revolución cultural contra la noción de que más rápido es siempre mejor. La idea del movimiento es que debes hacer las cosas a tu tiempo, dictando el ritmo que quieres ponerle a tu vida. Sin reglas impuestas por otras personas.
Esto, obviamente, no significa que vayas a hacer las cosas torpemente, malgastando el tiempo o yendo más allá de lo necesario sólo para ser lento. Al contrario, la idea de vivir sin prisa es intentar hacerlo todo a la velocidad correcta, aprovechando el tiempo en vez de contar los minutos y correr para hacer más y más.
Actuar así, poniendo plena atención en lo que haces, es una de las actitudes más importantes que puedes tener para aumentar tus niveles de felicidad.
Cambiar la prisa distraída por la atención plena es el paso más importante que puedes dar para ser una persona más feliz.
Imagina cómo sería tu vida si empezases a vivir sin prisa. En vez de levantarte de un susto por el despertador, comer cualquier cosa en el desayuno y salir corriendo para dejar a tus hijos en la escuela y seguir para el trabajo, te levantarías a tu ritmo, harías una buena comida en familia y tendrías tiempo para ir tranquilamente al trabajo.
En vez de ir corriendo para llegar al gimnasio, mirar las redes sociales y estar al día con todas las series de la tele, simplemente disfrutarías del ejercicio, leerías un buen libro y verías lo que quisieses a tu tiempo.
En vez de querer hacerlo todo lo más rápido posible para poder hacer más, le darías prioridad a la calidad, y no a la cantidad. Comtolarías el ritmo de tu vida. Sin dejar que los demás te dijeran lo que tienes que hacer. Si un día quieres ir rápido, vas rápido. Si al siguiente día quieres ir lento, vas lento.
Diciéndolo así puede parecer algo muy idealizado, pero la mayor parte de la prisa que tenemos en nuestro día a día se crea por las cosas que creemos que tenemos que hacer, pero que podríamos muy bien dejar de hacer.
No necesitamos estar actualizados en todas las redes sociales, no tenemos que leernos todas las noticias ni vernos todas las series. No tenemos que trabajar tanto para comprarnos el último móvil que ha salido, ni pasarnos una hora en el gimnasio seis días a la semana, ni necesitamos seguir todos los conejos de los influencers y querer ser todoterreno, meditando, corriendo maratones, invirtiendo como traders, viajando por el mundo y cocinando como chefs.
En vez de querer hacer todo esto con prisa, elige menos cosas y hazlo todo a tu ritmo, prestando total atención a las pocas cosas que estés haciendo. Vas a cambiar cantidad por calidad, y así vas a poder entrenar la atención plena, sin prisa.
El resultado va a ser un día a día más feliz, porque cuando estás totalmente atento en el momento presente, es muy difícil sentir ese ajetreo e infelicidad. Por eso, prueba a vivir sin prisa, aunque sea durante unos días. Es probable que no quieras volver nunca más al ritmo de antes.
En un mundo en el que todo el mundo va corriendo, vivir sin prisa es un diferencial que puede hacerte destacar en tu profesión, mejorar tu salud y aumentar tus niveles de felicidad.
Vivir sin prisa significa intentar hacerlo todo a la velocidad correcta, aprovechando el tiempo en vez de estar contando los minutos y corriendo para hacer más y más. En vez de eso, elige hacer menos. Haz menos a tu ritmo, con atención plena, cambiando cantidad por calidad.
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