Vida vivida vs. Vida pensada

¡Hola! Seiiti Arata. Todos tenemos dos vidas: la que vivimos y la que pensamos.

La vida que vivimos es la del día a día. En la que tenemos que levantarnos a una hora, ir en transporte, ir al trabajo y aprovechar el tiempo restante para hacer todo lo que tenemos que hacer: estudiar, cuidar de la salud, limpiar la casa, estar con la familia, salir con amigos…

La vida pensada es la de la imaginación. En la que pensamos cómo nos gustaría que fuese nuestra vida. Es una idealización sobre el trabajo ideal, la casa ideal, la relación ideal.

Pero, entre esas dos vidas, ¿cuál es la verdadera? La mayoría nos dirá que la verdadera es la vida vivida.

Sea cual sea la respuesta, hay algo que puedes hacer para mejorar mucho tu calidad de vida. Ese algo es reducir el abismo entre la vida vivida y la vida pensada.

El conflicto entre quien eres y quien quieres ser es la propia esencia de la vida.

La diferencia entre tu escenario real y el escenario que quieres para tu vida probablemente sea tu mayor fuente de tensión.

Y para reducir esa diferencia trabajas para progresar en tu carrera o para ganar más dinero. Haces ejercicio para perder peso o ganar masa muscular. Lees más libros o aprendes nuevas habilidades.

Directa o indirectamente, casi todo lo que hacemos intenta disminuir ese espacio entre la vida vivida y la vida pensada.

Sin embargo, la mayoría de nosotros intenta hacerlo de forma improvisada, reactiva, sin planificarlo. Cuando surge un problema, reaccionamos y lo intentamos resolver. Mientras estamos de camino, surge otro problema, y nos desviamos por otro camino. Y entonces avanzamos un poco. Pero después nos pasa cualquier cosa y nos encontramos en una situación todavía peor.

Así el tiempo va pasando y cuando nos damos cuenta, estamos perdidos en la vida, muy lejos de donde nos gustaría estar.

Por eso muy pocas personas consiguen acercar la vida vivida a la vida pensada. Sólo tienes que preguntarle a cualquier persona si tiene la vida que le gustaría tener, y verás que la mayoría te dice que no.

Por lo tanto, si quieres formar parte de ese pequeño grupo de personas que es capaz de acercar las dos vidas, tienes que dejar de reaccionar a los acontecimientos de forma desordenada y empezar a asumir el control de tu vida.

La mejor forma de reducir el abismo entre la vida vivida y la vida pensada es combinando planificación y acción.

Vamos a ser sinceros: el conflicto entre quien eres y quien te gustaría ser nunca va a acabar. Aunque hoy, por arte de magia, resolvieses todos tus problemas y te convirtieses en quien quieres ser, luego vas a inventar nuevos deseos, nuevas aspiraciones y nuevas situaciones ideales.

Planificando Tu Vida- Seiiti Arata, Arata Academy

El deseo de cambiar está siempre presente en la naturaleza humana. Hay personas que dedican una vida entera a meditar e intentar liberarse del apego a ese deseo constante de cambio y, aún así, no todos lo consiguen. Imagina a personas comunes como tú y yo. La posibilidad de tener una satisfacción plena con todo lo que tenemos es muy pequeña, por lo que lo mejor es aceptar que siempre vamos a tener esa necesidad, que el conflicto entre quienes somos y quienes nos gustaría ser va a durar para siempre.

Pero aunque la diferencia entre la vida vivida y la vida pensada sea eterna, puedes y debes por lo menos reducir la distancia entre una y otra. Si no, vas a estar siempre frustrado pensando toda tu vida en lo que podría haber sido y no fue.

¿Y cómo haces para reducir esa diferencia? ¿Cómo reduces el abismo entre la vida vivida y la vida pensada? Con la combinación de planificación y acción.

Si sólo planificas, no va a pasar nada. Puedes incluso estar engañándote y decir que estás poniendo tus sueños en papel, estableciendo metas, creando planes de vida. Pero eso no es muy diferente a lo que hace casi todo el mundo, soñar e imaginar cómo sería la vida ideal.

Por otro lado, si sólo actúas, difícilmente va a pasar algo. Vas a estar siempre ocupado, siempre haciendo algo, queriendo ser productivo. Pero este tipo de acción no ordenada no tiene la capacidad de reducir con constancia la diferencia entre la vida real y tu vida deseada. La acción por sí sola no es suficiente. Necesitas una estrategia.

Por eso, la mejor forma de reducir este abismo es la combinación de una planificación bien hecha con una acción constante.

La planificación para acercar la vida vivida de la vida pensada debe centrarse sobre todo en los obstáculos.

Una BUENA planificación de vida debe priorizar lo que más valoras, tu visión de futuro y tus objetivos específicos. Además, debe contar con una lista muy clara de los hábitos y acciones que tienes que hacer para convertirte en la persona que quieres ser.

Para esta buena planificación, tienes que sentarte, pensar y escribir en detalle cómo sería esa vida idealizada que hoy sólo vive en tu cabeza. Este es un ejercicio que exige autoconocimiento y técnica: tienes que separar los valores personales que van a guiar esa vida idealizada, las metas que necesitas cumplir para hacer esos sueños realidad, y qué hábitos y tareas necesitas tener para alcanzar esas metas.

Haciendo esto, ya tendrás entre manos una buena planificación y estarás por delante de la mayoría de la gente que sólo imagina cómo sería una vida mejor.

Pero si quieres tener un EXCELENTE plan de vida, entonces necesitas refinar tu planificación para centrarte en los obstáculos. Porque, pensándolo con cabeza fría, son precisamente esos obstáculos los que te impiden tener la vida que te gustaría tener.

El emperador Marco Aurelio escribió que lo que impide la acción, favorece la acción. Lo que hay en el camino, se convierte en el camino.

En otras palabras, el obstáculo es el camino. Las cosas que más te resistes a hacer son las que más tienes que hacer. Si llevas mucho tiempo procrastinando algo, puedes estar seguro de que esa acción es una de las más importantes para acercar un poco tu vida real a tu vida deseada.

A la hora de planificar, prueba a empezar por las acciones que más te cuesta hacer.

Si hace años que das vueltas para empezar una dieta, empieza tu plan por ahí. Si hace años que dices que vas a abrir un negocio, empieza por ahí. Prioriza los obstáculos y verás un avance más rápido que hacer sólo lo más fácil.

En vez de intentar llevarlo todo a cabo y hacer sólo lo que estás acostumbrado a hacer, céntrate en afrontar tus mayores miedos, tus mayores dificultades, las cosas que realmente te impiden tener la vida que te gustaría tener.

Haciendo eso, vas a conseguir reducir el abismo entre quien eres y quien te gustaría ser.

Todos tenemos dos vidas: la vida vivida y la vida pensada. Reducir la diferencia entre esas dos vidas es una de las acciones más importantes que puedes hacer.

La mejor forma de hacerlo es combinando una buena planificación de vida con acción constante y dirigida para derribar tus mayores obstáculos.
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