¡Hola! Seiiti Arata. ¿Conoces a alguien que está en una fase más avanzada de la vida, que tenga ya cuarenta o cincuenta años… y que sigue trabajando sin parar intentando acumular más y más dinero? ¿Te das cuenta de que ese tipo de personas están haciendo sacrificios en otros aspectos de su vida para aumentar su patrimonio?
Esta es una charla especial para quien ya tiene una vida financiera tranquila… pero que, aun así, sigue trabajando duro para acumular todavía más dinero. ¿Tiene sentido tomar ese tipo de actitud? ¿O tal vez esas personas siguen trabajando sólo por inercia, porque es lo que llevan haciendo toda la vida?
Aunque aún seas joven y no hayas acumulado un buen patrimonio, ¿qué piensas hacer en el futuro? Imagina que eres mayor y que has conseguido hacerte con un buen patrimonio. ¿Vas a aprovecharlo o vas a seguir queriendo tener siempre más?
El poder del dinero es tan fuerte que muchas veces provoca desequilibrios en otras áreas de nuestras vidas. A veces olvidamos que no nos vamos a llevar ni un centavo cuando muramos. Por eso queremos seguir acumulando. El problema es que eso hace que tomemos malas decisiones. Dejamos de cuidar de nuestra salud, pasamos menos tiempo con familia y amigos. Ni siquiera nos paramos a contemplar y aprovechar lo que ya hemos conseguido.
El valor del dinero es distinto según tu edad.
Si le dieras mil dólares a una abuelita de noventa y nueve años que ya tuviera seguridad financiera, ¿qué crees que haría con ellos? ¿Los invertiría en un fondo de inversiones a largo plazo? ¿Lo usaría para coger el primer vuelo que viese e irse de viaje? ¿O tal vez compraría acciones para obtener ganancias?
Seguramente no. Probablemente esa señora de noventa y nueve años le dé todo ese dinero de regalo a algún afortunado nieto. Ella ya está en la fase final de la vida y tiene seguridad financiera. Para ella, mil dólares en mano no significan nada. No quiere comprarse unos zapatos de marca ni viajar en avión. Lo que quiere es quedarse tranquilamente en su casa y no tener que subir escaleras.
En cierto momento de nuestras vidas perdemos capacidad e interés en usar el dinero para invertirlo, para tener experiencias o para comprar bienes materiales.
Por otro lado, si le das este mismo dinero a tu sobrino de diecinueve años, probablemente lo use para vivir momentos inolvidables.
Con un regalo de mil dólares, tu sobrino de diecinueve años puede irse de viaje él solo y vivir experiencias que pueden llegar a marcar su vida, o a lo mejor puede comprar algo que le haga mucha ilusión. Pero eso sería imposible o no tendría mucho sentido para la abuela de noventa y nueve años.
El valor del dinero es distinto dependiendo de la edad.
Esto parece lógico cuando lo decimos así, pero en la práctica hay mucha gente que parece no darse cuenta de que el valor del dinero cambia según nos hacemos mayores. Sólo tienes que ver la cantidad de ejecutivos de grandes empresas que, aun teniendo millones en el banco, siguen matándose a trabajar mientras dejan de lado otros ámbitos de su vida como la salud, la familia y el ocio.
Tú no quieres tener este tipo de desajuste. Por eso, tu plan de vida debe tener en cuenta cómo cambia el valor de las cosas según el contexto.
Si ya tienes bastante dinero, reestructura tus prioridades para centrarte en otros ámbitos de la vida.
Vamos a pensar en Roberto. Roberto ya tiene cincuenta años, trabaja desde los dieciséis, actualmente es vicepresidente de una multinacional y ya ha acumulado un patrimonio de varios millones.
Si nos fijamos en la esperanza de vida de Roberto, le quedarán probablemente unos treinta años más de vida. Pero Roberto sabe que durante los últimos años de su vida no tendrá la misma salud y energía que tiene hoy.
Así que a Roberto se le presentan dos opciones: seguir trabajando al ritmo de siempre para ganar aún más dinero y tener un recorrido profesional todavía más brillante, o reducir el ritmo y empezar a centrarse en otras cosas.
Pasar tiempo de calidad con la familia. Disfrutar de la naturaleza. Aprender alguna nueva habilidad. Mudarse a una casa de campo y cumplir su sueño de vivir lejos de la ciudad. Hacer un viaje por el mundo para vivir experiencias que nunca ha tenido. Cualquier cosa que le apetezca hacer y que no hace porque el trabajo se lo impide.
Puedes pensar que Roberto sigue trabajando porque le gusta, pero muy a menudo la gente se enfoca en su trabajo como un medio de fuga. A lo mejor no sabe hacer otra cosa. A lo mejor le da miedo pasar su tiempo libre con su familia y amigos. A lo mejor está tan apegado al cargo que ha conseguido que no se da cuenta de que no va a ser suyo para siempre.
Hay mucha gente de edad más avanzada que ya tiene un buen patrimonio y que necesita entender que tiene que disminuir el ritmo para centrarse en otros ámbitos importantes de su vida. La carrera profesional es importante, pero no debe ser lo único que exista en tu vida.
A quienes hayan hecho el curso Planificando Tu Vida esto les quedó muy claro después de hacer las actividades interactivas que ofrecemos y que son de enorme importancia para hacer este tipo de planificación.
Reducir el ritmo no significa necesariamente abandonar por completo el trabajo. Se puede seguir trabajando sin dejar que el trabajo ocupe todo tu tiempo y energía. Quien ya ha alcanzado ese nivel en su vida profesional puede actuar de consultor, por ejemplo, y hacer trabajos puntuales dedicando el resto del tiempo a otras cosas.
Si les dejas una herencia a tus hijos, el dinero no tendrá mucho valor para ellos si tienen una buena educación.
Hay otro argumento que mucha gente usa para seguir trabajando mucho incluso en una fase avanzada de la vida: dejarles una buena herencia a sus hijos.
Pero ese tipo de pensamiento conlleva una serie de problemas.
El primer problema es factual. Si has acumulado una fortuna, probablemente tus hijos ya vayan bien encaminados porque, como mínimo, habrás sido capaz de darles todas las condiciones materiales para que se criasen y estudiasen en un ambiente saludable y de alto nivel intelectual. Saben el valor que tiene el dinero y, por eso, probablemente quieren tener el orgullo de ser capaces de crear su propia riqueza con su trabajo.
Si has creado tu propia fortuna, sabes lo bueno que es trabajar y recoger los frutos de tus esfuerzos. Pero imagínate que lo hubieras recibido todo de una herencia. Sería mucho menos interesante, ¿no?
El segundo problema es matemático. Si mueres a los noventa años, ¿qué edad tendrán tus hijos? ¿Cincuenta? ¿Sesenta? A esas alturas ya estarán prácticamente jubilados y no necesitarán tu dinero. El dinero puede quedar para tus nietos que aún serán jóvenes, pero, ¿es positivo que alguien tan joven reciba un patrimonio muy grande sin tener que esforzarse?
El tercer problema es práctico. Si dejas una gran herencia que va a tener que ser dividida entre tus hijos y nietos, puede ser que acaben discutiendo a la hora de repartírsela. El dinero puede acabar desuniendo a la familia y creando más problemas que soluciones.
El cuarto problema es tributario. Muchos países tasan las herencias proporcionalmente de modo que el impuesto puede llegar a la mitad del valor total. Si la mitad de todo lo que has ahorrado con tanto trabajo durante toda la vida se lo va a quedar el gobierno, ¿no sería mejor que lo aprovechases y usaras al menos una parte del dinero mientras te quede tiempo, energía y salud?
La conclusión es lógica. Dejarles una gran herencia a los hijos no debería ser una razón que llevase a la gente a seguir trabajando hasta la muerte cuando ya se tiene dinero más que suficiente. La mejor herencia que puedes dejarles a tus hijos y nietos es educación, cariño, apoyo y presencia.
Las personas que han acumulado un buen patrimonio y que ya son de más edad deberían pensar más en centrarse en sus familias que en seguir en su intento de acumular dinero sin fin.
No importa el dinero que tengas. El día que mueras vas a perderlo todo.
El dinero es muy bueno. Nos garantiza una buena calidad de vida en ámbitos importantes como la salud, la vivienda, la educación, el ocio, el transporte y muchos otros. Pero el dinero sólo sirve para garantizar nuestra calidad de VIDA. En la muerte, no sirve para nada.
Sé que no nos gusta pensar mucho en eso, pero el hecho es que vamos a morir. Yo voy a morir. Tú vas a morir. Y cuando eso ocurra, no vamos a llevarnos ni un céntimo.
No sabemos cuándo va a llegar nuestra hora, pero podemos estar seguros de que va a llegar. Cuando somos jóvenes, esa ignorancia sobre el momento de la muerte nos empuja a tener un equilibrio entre ahorrar para el futuro y aprovechar el presente. Pero según pasan los años, una vez que hayamos acumulado un patrimonio que nos dé seguridad financiera, es hora de aprovechar el tiempo que nos queda.
Aunque pienses que vas a vivir hasta los ochenta, los noventa o los cien años, tienes que ser realista y admitir que, cuanto mayores seamos, menos energía y menos salud tendremos. Y hay cosas que podemos experimentar hoy que tal vez no podamos vivir a una edad más avanzada.
Por eso, si ya estás en esa etapa, párate a reflexionar si realmente debes seguir en ese intento desenfrenado de acumular más dinero. Prueba a dar prioridad a otros ámbitos de tu vida ahora que tienes tiempo. Y, si todavía no has llegado a ese punto, empieza desde ya a incluir ese tipo de reflexión en tu plan de vida.
Cuando haces eso, te aseguras de tener un mejor equilibrio en tu vida y de no perder el tiempo que te queda con cosas que no van a valer para nada.
Quien llega a una edad avanzada con un buen patrimonio debe reflexionar sobre si merece la pena seguir haciendo sacrificios en otras áreas de la vida para seguir acumulando todavía más dinero o si es preferible reorganizar sus prioridades y centrarse más en la salud, la familia y experiencias vitales.
Recuerda que no nos vamos a llevar nada de aquí cuando llegue nuestra hora de la muerte, y para nuestros hijos será mucho más importante que les dejemos una herencia en forma de educación, amor y atención que simplemente dinero.
Para hacer esos ajustes, debes tener un plan de vida muy claro con tus valores personales más importantes y todas las cosas que todavía pretendes experimentar. Para hacer un plan de vida de ese tipo, te invito a que conozcas el curso Planificando Tu Vida viendo una clase especial sobre valores personales. Para ver esa clase sólo tienes que acceder a https://arata.se/planificandotuvida